Capítulo Cinco

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Luego de un largo recorrido, al fin pudimos a llegar casa.

Le pasé mis llaves a Kino, le propuse que él entrara a mi casa mientras yo estacionaba mi coche. Obedeció.

Luego de estacionar el coche en un lugar seguro, caminé hasta la entrada principal de mi casa, desde allí pude observar a Kino, estaba cubierto con una manta gigante, mientras temblaba de frío. Comencé a aumentar la velocidad de mis pasos, quería llegar lo antes posible.

Cuando por fin ingresé a casa, le dije a Kino que podía dormir en cualquier habitación de la planta superior de mi casa, ya que allí suelo recibir a los allegados que vienen a visitarme.

- HongSeok, no quiero irme a una habitación de allegados - Reclamó Kino, acompañado de una expresión de tristeza en el rostro.
- ¿Y qué quieres entonces, bebé? - Pregunté fingiendo ser un poco ingenuo.
- Dormir contigo, amor... No quiero molestarte, pero tengo muchísimo frío, además, me da un poquito de miedo dormir solito en casas ajenas - Añadió Kino.
- Ay mi chiquito, obvio que puedes dormir conmigo, no tengas miedo - Respondí acariciando su mejilla, que en ese entonces, había adquirido un tono más bien rojizo.

Kino se fue a mi habitación para poder cambiarse, pero debido a la circunstancia, no tenía ningún pijama para dormir aquella noche.

- ¡Amor! - Gritó desde la planta superior.
- ¡¿Qué necesitas?! - Exclamé lo más fuerte que pude.
- ¡¿Me prestarías un pijama por esta noche? Es que me parece demasiado incómodo dormir con la ropita que llevo puesta! - Añadió.
- ¡Obvio, revisa el último cajón del mueble que se encuentra al lado derecho de la televisión! - Indiqué.
- ¡Bueno! ¡Muchas gracias mi cielito lindo! - Exclamó.

Después de algunos minutos, al fin lo observé bajar de las escaleras. "Ay Dios... Si hasta para bajar los escalones es perfecto" Pensé sin desviar mi mirada de su hermoso rostro.

- Kino... - Añadí.
- Dime - Respondió.
- ¿Alguna vez te he mencionado lo mucho que me encanta que me trates con apodos tan encantadores? - Pregunté.
- No es necesario que me lo digas, ya lo había notado hace muchísimo tiempo, bebé - Afirmó.
- Veo que sí me conoces bastante... Por eso te amo mi pequeño - Aseguré.

Miré sus labios, eran los más hermosos que había visto en toda mi vida, nada nos podría interrumpir en ese momento, me acerqué a su boca, y sin pensarlo dos veces, deposité un suave y dulce primer beso en sus labios. Nos separamos de inmediato, pero a pesar de que haya sido un beso de muy poca duración, una imborrable sonrisa se dibujó en mi rostro al instante. Estaba feliz.

Kino y yo subimos a la planta superior, el reloj marca las dos y media de la madrugada, es hora de ir a dormir.

Cuando llegamos a mi cuarto, Kino se metió inmediatamente en la cama.

- Bebé, ¿Te molestaría si me cambio aquí? - Pregunté.
- No amor, es tu casa, puedes hacer lo que quieras - Respondió.

Comencé a cambiarme. Estaba bastante nervioso, de seguro mis mejillas ya habrían adquirido una tonalidad rojiza.

- No estés nervioso amor... - Agregó al ver mi rostro sonrojado.
- Tú me pones nervioso - Afirmé.
- Ok, está bien, no te voy a mirar para que no sientas vergüenza, ¿Sí? - Propuso él.
- Está bien... - Respondí.

Al instante, Kino desvió su mirada hacia la televisión, cada vez que pienso en él, suelo estar convencido de que la perfección existe realmente, pero que siempre nos han mentido, pero la perfección sí que es real, es sólo que cada persona tiene una apreciación distinta hacia ella, la verdadera perfección es la que nos hace completamente felices, y generalmente, la perfección se ubica en el interior de la persona, porque la perfección exterior sólo es algo agradable para la visión humana, pero jamás será agradable para el corazón. En toda mi vida, nunca creí que alguien pudiese llegar a amar tanto a otra persona, estoy convencido de que nuestro único objetivo en este mundo es ser felices, y yo, podría asegurar de que poco a poco voy cumpliendo aquel objetivo.

- Eres un Príncipe, ¿Lo sabías? - Dijo Kino, provocando que saliera de mi profundo pensamiento.
- Y tú eres la más hermosa maravilla que este mundo pudo crear, ¿Lo sabías? - Añadí imitándolo.

Me acosté a su lado.

- Duérmete bebé, ya es tarde - Susurré en su oído, para luego quedarme profundamente dormido.

Mi Único Destino Eres TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora