4. Río

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Paul

─Carajo
Tragué saliva y vire mi torso para encararlo, los demás habían comenzado a cuchichear desde el suelo dejando un ambiente algo extraño. De mi nariz salían pequeñas gotas de sangre y mi diente roto era lo mejor, mi rostro estaba rojo por el esfuerzo que había hecho.
Yo y poca ayuda de mis compañeros habíamos hecho añicos a dos secciones, 8 en total. Quizás un logro para lucir como una "princesa".

─¡No puede ser!, no sé si felicitarte o regañarte.
Soltó mi hombro para comenzar a aplaudir, mi corazón dejó de bombear rápidamente y sentí como mi respiración yacía parte de mi otra vez.  Vi las miradas llenas de furia de los demás, yo sólo volteé mi rostro.

─Pero, Yoko dice que eso está mal así que... castigo, ¿Pablo?. ¡Paul!

Di un golpe con mi pie al piso, maldiciendo entre dientes ¡oh yoko!, que desconsiderada. ─Que estés castigado tú, no significa que otros no disfruten así que voy a seguir con esto, bebé. Perdón, nenita.
Habló apuntandome con su dedo índice, yo solo bajé la cabeza esperando que se marchase. Minutos luego lo hizo, ya estaban los nombres para identificarlos y ya tenían guías asignados.
Mis amigos estaban burlandose por mi actitud "agachona" con John y yo sólo amenazaba con mi puños, defendiendo mi estatus de chico malo.

(...)

El sargento limpió mis heridas con calma, se burló un poco de mí y en un cerrar de ojos la caminata ya había empezado, pasabamos encima de pequeñas montañas que estaban a punto de derrumbarse, a través de árboles tenebrosos y viejos, el bosque era terrible. Aparecían animalejos de entre las rocas que pisaba y sin quererlo me asustaban, mis amigos estaban delante mío, algunas veces volteaban su cabeza para apuntarme y hablar entre susurros nada disimulados. ¿Por qué?, porque el sargento había tomado mi mano, tal cual una madre a su hijo inquieto. O yo así lo veía.

Mi ceño estaba fruncido y no quería avanzar más, estabamos de último así que nadie se podría retrasar por mi culpa. Paré en seco, él comenzó a jalonear mi extremidad mientras que yo con mi mano libre, tomé una rama del árbol trantando de aferrarme a ella.

─Déjame aquí y ya sueltame, ¿quieres que mi reputación esté en juego?, esto es peor que hacer el ridículo, señor.

Dije derrepente, el rió.

─Oh, ¿ya te cansaste?
Comenzó a hacer sonidos con su boca y movió su cabeza a los lados en forma de negación.

─¿Está sordo?, quiero que me suelte.
─¿Qué estás tan cansado que quieres que te cargue?
─¡No, ni se le vaya a ocurrir!
─Voy.

Y si sé le ocurrió.
Mis muslos ahora estaban en uno de sus antebrazos y mi espalda en el otro, comencé a patalear y él no hacía más que reírse. La pena que sentía no podría ser peor en algún otro momento de mi vida, esto era un gran calvario.
Escuché una corriente, el chapotear unos peces y cosas demás, con una sonrisa cínica y unas gruesas cejas levantadas me dieron el significado de una sola cosa. ¡Oh no, no, no!.

Como lo pensé, ahora estaba en el agua empapado por completo, de pies a cabeza. Él estaba ahí parado sosteniendo su barriga mientras reía a carcajadas, se podría decir que el humo salía por mis orejas y todos mis demás dientes estaban rotos por mi enojo. Sin más jaloneé su pantalón oscuro, si iba a tener problemas que los sean todos.
Los demás taparon sus bocas asombrados, mi asombro fue más al notar que no estaba enojado y estaba riendo.
Los demás guías se quedaron estáticos hasta recibir alguna señal, y yo no había planeado meterme, menos de una forma tan grosera y despota.
Hizo un movimiento extraño con sus manos, luego se escucharon susurros. Al pasar los minutos se veía como diversos grupos de muchachos se metían de inmediato, gritaban y se aventaban agua como locos y el sargento se quitó su camisa hasta lanzara hasta quien sabe donde, no era de fijarme mucho pero tenía unos buenos abdominales marcados y algunas cicatrices sobre las cuales sería mejor no preguntar. Estaba tranquilo hasta que comenzó a hundir las cabezas de algunos chicos cercanos a él, no sé como podría ser una persona tan estúpida.

─Los vas a lastimar, viejo idiota.
─¿Quién eres tú para decirme eso?, casi te cargas a toda mi tropa.
Guardé silencio, iba en marcha para con mis amigos hasta que me tomó de un mechón de mi cabello.

Me acercó a él, sabía que nadie nos veía y en un susurro habló con rudeza en mi oreja.
─Estás castigado, tienes que estar conmigo.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo hasta llegar a mi parte baja, mi cara no pudo evitar volverse colorada y me alejé un poco de él. Y el se acercó un poco más a mi rodeandome con su brazo mi cintura debajo del agua.

─Viejo rabo verde

Mencioné incómodo tratando de alejarlo.

─Niñita llorona
─Degenerado

Mis amigos caminaron entre el agua hacia nosotros, quizás habían notado lo tenso que estaba, ¡gracias Dios!. Los tres miraron abajo del agua, notando como me tenía agarrado.

─¿Qué tal?, los veo muy felices

Habló George mientras Ringo le decía algo a Brian en el oído. No venían a ayudarme venían a burlarse, al demonio. Mientras me dedicaba a pellizcar al "sargento" el decidió a hablar entre quejas para hacerme quedar mal.

─Paul está muy contento por hacerme compañía.
Contestó guiñandoles un ojo, Brian se acaloró y empezó a hecharse aire con la mano, Ringo rió y George rodó los ojos.
─Te ves muy cómodo, McCartney.
Habló entre risas Ringo, Brian lo acompañó. George les aventó agua y escuche un pequeño susurro:

─Callense así es feliz

El sargento, comenzaba a bajar su mano, al hacer eso sentía como mis nervios estaban floreciendo. Esperaba que no se fuera a pasar de listo y tocara una parte indebida, lo miré con enojo esperando que parara y no, continuaba bajando. Mi labio inferior comenzó a temblar y mi cara estaba hirviendo. Había estrujado mi glúteo.

Los tres seguían ahí, me estaban hablando y no podía reaccionar por estar viendo al señor con enfado, el sólo se relamío los labios y pronunció algo sin hablar. Sólo vi el vacío movimiento de sus labios, mis ojos querían llenarse de lágrimas pero la poca dignidad que tenía las retenía con recelo para no dejarlas relucir a la vista de todos.

─Paul, cuando pase tu castigo nos buscas, vamos a ir a molestar a las secciones "Elvis Presley" y  "Rolling Stones"
Me dijeron, se despidieron y se largaron. Al ya estar lejos agarré un poco de valor y le dije despacio:

─No seas idiota y detente, soy menor y no voy a dudar en demandarte al salir de aquíii.
Al hablar la última letra se alargo a un movimiento brusco que hizo, estaba consciente que ahora lo que estaba tomando no era mi glúteo. Su mano ahora estaba entre mis piernas estrujando mi entrepierna.

─No estoy tan viejo, 23 años son algo leve. Y falta bastante para que salgas de aquí, en eso te puedo hacer algo peor, tan malo que no querrás volver a tu hogar.

─¿Qué me harás, asqueroso?

─Enamorarte perdidamente de mí. Ten en cuenta que no dejaré a mi esposa y que por alguna parte solo estoy jugando un poco.

Comenzó a frotar su mano, yo mordí mi labio con fuerza cerrando los ojos. Nadie prestaba atención y eso no era lo que me carcomía, era que me gustaba con intensidad el toque.
No quien lo hiciera, sólo la caricia.
Llevaba meses sin hacerlo no era por querer, era por no tener tiempo y ahora si que este tipo tenía tiempo.

─Quién sabe, Winston. Puede ser al revés.
Lo reté evitando dar una muestra de placer, mi miembro estaba erecto pero de eso más nada.
─¿Una apuesta, maricón?
─Sí, cara de inútil.
─Muy bien, tú te lo buscaste, princesa.

Apretó por último, mi pantalón se llenó de un líquido caliente que me hizo casi soltar un grito, maldita sea. Me soltó, salí del agua para cambiarme y él estaba aún dentro del agua burlandose. Salió para correr hacia mi, rodé los ojos y me habló.

─Pero eso no quita que me estoy volviendo adicto a tus lloriqueos.

¿Podremos? (McLennon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora