Capítulo nueve: "Lais boubas briliantes y perritos falderos bien entrenados."

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Dos días después, ya en Jueves, el grupo de amigas del internado Winchester se encontraban en los probadores del gimnasio arreglándose para su clase de educación física; por suerte, la última del día antes del almuerzo y las extracurriculares: las favoritas de todo el mundo.

Maddy, Ally, Amber y Maddisyn habían tenido el bloque anterior libre por tanto ya estaban listas; por otro lado, Maggs, Kath y Sabrina llegaron a las prisas a éste pues el profesor de matemáticas se había pasado de la hora de clase explicando. 

Al menos agradecían que tendrían educación física allí, y no tendrían que correr hasta Philips Exeter para estar a tiempo. 

Mientras Maggie terminaba de colocarse el uniforme─el cual consistía en una camiseta gris con el logo gigante del instituto en medio de este y shorts color vinotinto (que si gustaban también podían acompañar con un suéter del mismo tono)─, el resto conversaba de uno de los libros que habían comenzado a leer en conjunto en Booktie. 

─Estoy lista─seis pares de ojos observaron a la de iris verde, que ataba sus agujetas en uno de los bancos que estaban en el pasillo, justo entre los casilleros.

─Ya era hora─burló Sabrina, levantándose junto al resto.

─Debemos irnos─sugirió Ally, mientras comenzaba a caminar en dirección a la salida. 

─ ¡Esperen! ¿han visto mi celular?─cuestionó la rubia desesperada─. ¿Dónde diablos está mi celular?

Aquello causó gracia a las chicas, pero la mirada severa que les dirigió hizo que cesaran en seguida sus risas. Su teléfono era un tema serio. 

─Te ayudaremos a buscar─Amber soltó, mientras cerraba su casillero a lo que las demás asintieron.

─Quizás lo dejaste dentro del probador, iré a buscar allí─Kath señaló detrás de ellas antes de dirigirse donde anteriormente la rubia se había cambiado.

Mientras tanto, las demás continuaban allí buscando en el suelo, entre el casillero, bolsos y ropa. Luego de 15 minutos, Maggie encontró su teléfono en el bolsillo de su suéter vinotinto informando en voz suficientemente alta para que Katherine le lanzara un insulto desde el probador. Acto seguido, salieron del lugar. 

Caminaban por los pasillos, los cuales curiosamente estaban vacíos. Fue entonces cuando recordaron que iban tarde. 

Entre pequeños insultos a la rubia por su despiste, caminaron a paso rápido hasta llegar al gimnasio del internado. Cuando finalmente llegaron a la puerta se detuvieron y entraron intentando parecer lo más relajadas posible. Para su suerte la entrenadora se había retardado y no había llegado aún.

─Vaya, vaya, miren quienes están aquí─apenas entraron, escucharon aquella desagradable voz burlona que parecía perseguirlas la última semana─. Lais boubas briliantes.

Ésta, pertenecía nada menos que a la líder de la élite─por decirlo de alguna manera─, de Winchester: Quinn Gray. Portadora de unos imponentes ojos color zafiro, de tez pálida y cabello color azabache que caía en ondas naturales un poco más abajo de su pecho. 

A su lado derecho e izquierdo, Cassandra y Bea─sus amigas (o fieles seguidoras, como todos decían)─, comenzaron a reír, incluso cuando no tenían idea de lo que había dicho con exactitud. Las otras siete que claramente si tenían conocimientos en español, les fue algo raro escucharla, sobre todo con su pésimo acento. 

En cambio, ella se sentía de maravillas al finalmente poder decir aquello. Le había costado un montón aprenderse esas tres tontas palabras como para nunca utilizarlas ¿y qué mejor que con latinas recién humilladas para hacerlo?

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