Capítulo 21, parte III: ¡Oink, oink, bish!

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—¿Qué hora dijiste que era, Mags?—preguntó Sabrina, con algo de fastidio.

—6:19—indicó.

Como habían quedado, las chicas—a excepción de Ally, quien la verdad se sentía bastante enferma al punto que ni siquiera quería probar bocado, y Maddy que había decidido quedarse con ella por esa misma razón—se encontraban en la cabina de vigilancia desde las seis de la tarde, completamente listas y esperando. Pero al parecer, todo había sido en vano, ya que los chicos no aparecían.

Incluso, habían salido unos qunce minutos antes de su habitación para que no se les hiciera tarde, lo cuál era un milagro, considerando que Aisleen y Kath siempre demoraban más de lo debido.

—Sabía que esto era una mala idea—se quejó la castaña que había preguntado la hora—, ¿qué tal si todo se trataba de una broma?

»Debimos preguntarle a Amber, en vez de mentir diciendo que iríamos con la tía de Kath.

—Son hombres, Sabrina—Aileen trató de tranquilizar, mientras observaba sus redes sociales en su móvil—; no tienen noción del tiempo. Quizá se quedaron jugando videojuegos y se les ha pasado la hora.

La mencionada bufó para darse vuelta y seguir caminando en círculos con impaciencia.

— ¿No creen que deberíamos ir pidiendo los taxis?—cuestionó Maggie, buscando la aplicación en su móvil—. De todos modos, igual se van a demorar un poco en llegar. Con suerte, para cuando lo haga, ya ellos habrán aparecido.

Sin embargo, la rubia no rcibió respuesta de sus amigas.

— ¿Si me han escuchado?—levantó la vistas, para encontrarselas sumamente impresionadas observando algo que se encontraba a metros en la vía.

Confundida, dirigió la mirada hacia allí también, para encontrarse con un reluciente auto deportivo Aston Martin color negro matificado [¹] que se acercaba hasta ellas.

—No creo que sea uno de ellos—dijo Aisleen, más para si misma—, ¿o si?

Pero noto cuan equivocada estaba, al momento que éste se estacionó justo al frente, y el conductor—que ahora resultaba ser, nadie menos que Adam Brooks—, bajó la ventana.

—Oye, bonita—el rubio se dirigió directamente a Aisleen—; creo que tenemos una conversación pendiente.

Sus amigas le observaron con ambas cejas levantadas, algo insinuantes, y esta solo sonrió con diversión.

—Si, yo también lo creo—confirmó con seguridad para dirigirse hasta allí.

En cuanto se encontraba dentro, ya con el cinturón puesto, se despidió de sus amigas lanzandoles un beso. Acto seguido, el rubio puso en marcha el vehículo.

—Jo-der—mascullo Sabrina, boquiabierta—. Cuando les decía niños ricos y mimados, solo era una suposición, pero esto termina de comprobarlo.

Algunos metros detrás del auto Adam, divisaron un Lamborghini Urus color perla [²], y asomado desde la ventana del copiloto, se encontraba Oliver, quien al pasar frente a ellas saludó al estilo marinero.

—Señoritas, nos vemos en el centro comercial—dijo.

Notaron que Jayden era quien conducía (y por tanto, supusieron que probablemente también era dueño del vehículo). Este solamente rodó los ojos ante el comentario de su amigo y comenzó a subir el vidrio para hacer que este mantuviera su cabeza en el interior, y no en el exterior, como si de un perro se tratara.

Un minuto después, una Jeep Rubicon también color negro en acabado mate [³], se estacionaba frente a ellas.

— ¿Van a subir o prefieren esperar un taxi?—mencionó Ethan con diversión, al bajar la ventana.

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