Feliz navidad, amor mío

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En cuanto Frederick cerró la puerta del cuarto, a Danielle se le hizo un nudo en el estómago. La sensación era diferente al miedo o al nerviosismo que estaba tan acostumbrada, era como si el vértigo de estar en un balcón muy alto la hubiera atravesado mientras todo su cuerpo intentaba reaccionar a la extraña emoción.

Por un segundo se detuvieron ambos para mirarse y prepararse para lo que sucedería, ella pudo ver el azul de sus ojos brillando como nunca antes mientras que desde su sonrisa se asomaba un colmillo dándole el aspecto de una voraz bestia que pronto la atacaría. Lentamente acarició su hombro descubierto y sintió que todo el rojo del vestido estaría opacado por el que relucía en su rostro avergonzado mientras disfrutaba la sensación de sus dedos contra la piel.

Con un profundo gemido Frederick la volvió a besar, entrelazando su lengua con la inexperta de ella en el interior de su boca mientras a Danielle ya comenzaba a flaquear de rodillas. Rápidamente la tomó de la cintura y para evitar que se caiga la sentó sobre el enorme edredón de colores dorados, pero sin interrumpir la conexión de sus labios con los suyos. Ella no se dió cuenta del tiempo que había pasado ni cómo había hecho para desatarle el corset, ya que de un momento a otro se encontró sentada en la cama con toda la parte superior de su vestido tirada en el piso y restregando sus pechos sobre la camisa de Frederick mientras la acariciaba. Éste comenzó a descender con un húmedo camino de besos hacia sus pechos que se distinguían sobre la fina capa de muselina blanca que apenas los cubría, los tomó sin apuro y comenzó a trazar círculos con su lengua hasta succionar la enhiesta punta. Danielle no pudo evitar atraerlo más contra sí mientras tiraba de sus suaves cabellos oro y se quejaba de no alcanzar lo que inconscientemente deseaba.

Al notar su tono él se detuvo para contemplar su rostro enrojecido  mientras apenas hablaba hasta que decidió sacarle lo que restaba del vestido para saciar su apetito de tocar toda su piel. Vergonzosamente ella se paró y dejó que desatara lo que faltaba de prendas, la crinolina, las calzas junto con las ligas y las medias de seda mientras con sus hábiles dedos le tocaba todos los puntos que hacían que se erizara por completo.

-Eres tan sensible Danielle-dijo con voz grave y sensual-En todo lugar que yo toco vibras como diapasón-y le besó las piernas y detrás de las rodillas hasta que a Danielle se le hizo imposible respirar sin tapar su rostro. Sus manos subían delicadamente, apenas tocándola por los muslos y ella sintió que se volvería loca por culpa del escalofrío que viajaba continuamente por su costado.

Le quitó el calzón de seda con lo que creyó que fueron sus dientes pero no quiso averiguar demasiado, la acostó con sus piernas completamente abiertas hacia él y se arrodilló para tomarla de esa manera. Pronto Danielle quiso cerrarlas pero no se lo permitieron sus manos que la cernían a él y apenas pudo cubrir la entrada de su cuerpo totalmente abochornada.

-¡No, allí no...está mal Freddie!-se quejó y él se detuvo por un momento para admirarla totalmente a su merced.

-Creeme, te encantará-la sensual voz de Frederick sacudía sus oídos. Este vio que aún permanecía ligeramente su negativa a que la tocara en aquel lugar, ya que sus blancos dedos cubrían inocentemente entre sus piernas, por lo tanto decidió tentarla besando y mordiendo incitante sus muslos y alrededor de todo lo que ella no podía cubrir hasta que vio cómo sus manos se retiraban por culpa de la excitación.

Danielle pudo sentir su boca sobre aquella zona que tanto deseaba calmar y recorriendo los contornos de su monte de venus juguetonamente provocando que su cuerpo se tensara ante la anticipación. Cuando ya le fue totalmente insoportable sus caderas se movieron apremiantes hacia su boca pidiendo a gritos lo que deseaba.

-¿Quieres que te bese aquí?-uno de sus dedos se posó en el lugar donde más quería que la besara y ella asintió ligeramente-Pues tienes que pedírmelo como es debido, cariño-la retó a decirlo-O sino no conseguirás lo que quieres...-mientras él seguía rodeando y tocando pero sin llegar a donde ella deseaba.

Sorpresa de un jazmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora