cuatro

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Me removí del lugar, me desperté por el molesto sol que me daba en la cara. Estaba abrazada a Jin, con mi brazo en su abdomen y su brazo que me pasaba por la espalda y me aferraba a él. Me separé con rapidez y lo observé.

—Buenas —articuló con voz ronca, tal vez despertó unos minutos antes que yo. Tenía el cabello despeinado y los ojos hinchados.

—Buen día —respondí amablemente. Me pregunté si yo también me veía así de desastrosa y disimuladamente me acomodé el cabello.

Me refregué los ojos y registré el lugar. La gente pasaba por enfrente nuestro como si nada, los autos iban y venían. Había bastante movimiento así que supuse que era mitad de mañana.

—¿Tienes hambre? —me preguntó Seokjin. Asentí mientras largaba un bostezo. —Busquemos algún restaurante de comida rápida.

—Apenas deben ser las 10, Jin —me levanté y me estiré. Jin rió mientras copiaba mi acción.

—Hana, son las 12 del mediodía —dijo sonriente.

—¿Tanto dormimos? —pregunté con los ojos bien abiertos. Yo no estaba acostumbrada a dormir tanto.

—Tú si, yo estuve despierto desde temprano pero estabas tan cómoda durmiendo abrazada a mi que no quise despertarte —dijo en un tono divertido. Me sonrojé al instante y Jin pareció notarlo. Sonrió y recogió su mochila y su manta.

—Ya, tengo hambre... —cambié de tema, agarré mi mochila y salí en busca de un "McDonald's" o algo.

Caminamos varias cuadras hasta toparnos con uno, para nuestra suerte no estaba tan lleno. Entré al baño de mujeres y me miré al espejo. Estaba hecha un asco, el pelo enmarañado, con grandes ojeras y lo peor de todo: me apestaba la boca.
Saqué mi cepillo de dientes y la pasta, cuándo terminé de lavarme los dientes proseguí a lavarme la cara y me peiné. Al salir, vi que Jin había hecho lo mismo en el baño de hombres.

—Mírame soy una morsa —Jin se había puesto dos papas fritas en forma de colmillos y comenzó a hacer caras raras. Soltó una carcajada y se las comió. Lo miré con una ceja enarcada. —Ah, ¿por qué no te ríes?

—Porque no me causó gracia —dije y bebí de mi gaseosa.

—¡Amargada! —exclamó. Rodé los ojos y seguí comiendo. —¿Entonces qué es lo que te causa risa?

—Nada. —me encogí de hombros.

Lo sé, era la persona más aburrida del mundo. Había perdido el sentido del humor hace bastante tiempo.

Jin hizo una mueca y siguió comiendo. Lo miré atentamente, sus facciones eran bonitas. Tenía los labios gruesos y carnosos y una piel tan blanca y perfecta que una ola de envidia me recorrió el cuerpo.
Una mano delante de mi cara me sacó de mis pensamientos. 

—Ya sé que mi belleza es irresistible, pero deberías ser más disimulada al mirarme —dijo con aires de grandeza, se echó hacia atrás y rió.

—Cállate, no te estaba mirando —dije avergonzada. —Solo me quedé mirando a un punto fijo —mentí y recé para que se lo creyera.

—Tranquila, que yo también te miro así —guiñó un ojo y siguió comiendo. Con la cara hecha un tomate, me dispuse a terminar de comer. 

Seúl era una ciudad tan grande que siempre había algo para hacer, pero yo no quería hacer nada. Las piernas me dolían. Jin me llevó a recorrer toda la ciudad en busca de algo para hacer, según él, se aburría rápido. Era como un niño pequeño.
El tema era yo, que no estaba para soportar a niños pequeños. Jin me ofreció ir a un montón de lugares y a todo le decía que no. Se quejó varias veces de que era muy aburrida pero aún así siguió insistiendo.

metro → ksj ; bts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora