Madrugada.

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17 de marzo.

Yoongi miró su reloj, cansado. Eran la una y cuarenta y cinco, pero debido a todos los días libres que se había tomado, su jefe le había dado horas extras sin fin de semanas libres, durante un mes.

Y eso que se llevaba muy bien con su jefe.

Si no hubiese sido tan idiota, podría salir en quince minutos. Pero, al serlo, saldría en tres horas. Ugh, ¿porqué había elegido ser camarero en un bar? Bueno, por lo menos le pagaban algo.

Revisó su teléfono, ningún mensaje de Jimin. Realmente, era el menor el que había insistido en quedarse despierto con él, pero ya le había dicho que tenía sueño, así que no albergaba demasiadas esperanzas.

Guardó el móvil.

Las órdenes volaban y sus brazos dolían. Sólo esperaba poder tomar un descanso de cinco minutos. Estaba muy tentado a pedirle un café helado al bartender, pero lo echarían si lo hacía.

Diablos.

Esto no estaba saliendo como el quería.

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17 de marzo / 4:12 AM.

Yoongi se sentía acalorado, mareado, nauseabundo y, sobre todo, cansado. Quería ir a casa. Lo del calor no era anormal; estaban dentro de un bar, uno no demasiado ruidoso, pero un bar al fin y al cabo; y el estar cansado, tampoco. Lo demás sí era raro, él nunca se enfermaba.

¿El clima, tal vez? Es decir, estaban a nueve grados, no sería ninguna sorpresa.

Ugh. No ahora, no, era el escenario más horrible que podía imaginar. Tenía jornadas largas por el resto del mes, quería salir con Jiminie y aún no había podido celebrar su cumpleaños -del cual se había olvidado incluso él, hasta que su madre y amigos le enviaron felicitaciones-.

Bueno. Se tomaría algunos antibióticos de algún supermercado y ya, no parecía nada grave.

Ooh, grave error.

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17 de marzo / 2 PM.

Por fin habían cerrado; las mesas, los pisos, barra y sillas estaban limpios. Lo peor de la noche había sido el usual vómito de algún idiota pasado de copas.

Aun así, fue el doble de difícil.

Min se había ido deteriorando progresivamente, y por suerte, había una aspirina en el botiquín del bar, porque llegó al punto que estuvo a nada de desmayarse debido a los mareos. No se sentía débil, sólo increíblemente cansado. Okay, sí, eso era estar débil, pero no quería sentirse victimizado.

Ya de vuelta casa, tenía tanto calor que no podía dormir. Pasó una hora revolcándose en la cama, sumergido entre el limbo de conciencia y lucidez. No aguantó más, se incorporó y gruñó. Tenía que ir al médico.

El señor no fue de demasiada ayuda. "Tiene gripa, vaya a la farmacia y compre estas pastillas". Oh, qué graaan ayuda. Está bien, lo admitía, que le diera pastillas un poco más específicas era, de hecho, útil; pero pudo haber divagado en internet y llegado al mismo resultado.

Para la una de la tarde, se había tomado su dosis de cada doce horas, se había ido a la cama y puso una alarma para el día siguiente. Bueno, tuvo que faltar a la universidad y tenía una carta del doctor para su justificación.

Para la una y media de la tarde le había bajado la fiebre y pudo dormir.

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white 🌙 yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora