Rayito de Luz

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- ¿Realmente crees que es necesario? Apenas cumplirá cinco años, no es la fiesta de dulces dieciséis – Revira los ojos un poco ya cansado.

- Mi hija quiere una fiesta por todo lo alto pues la tendrá

- ¿La niña o tu madre? No entiendo cuál es su insistencia en querer llenar a Dulcie de cosas materiales de alto valor, no es lo que necesita y lo sabes

- ¡Hablo el padre del año! – Aplaude mientras me mira con petulancia- ¿Según tú, que es lo que necesita? Mira, Jamie, se cómo criar a mi hija, lo he hecho por cinco años. Es el deseo de mi pequeña y si lo pidió pues se lo cumpliré

- No voy a discutir más contigo – Alzo las manos – Es claro que no llegaremos a un acuerdo, te dejo claro que no gastare un centavo más en caprichos tuyos y de tu mamá. Ahora si me disculpas, iré con una pequeña que si me necesita – Las aletas de su nariz se abren furiosa y me observa pasar por su lado. Alcanzo escuchar un patán que hace que mis ojos de una vuelta más.

No sé qué paso por mi cabeza al volverme a involucrar con Amelia, fue un error que ahora debo pagar...Si, ya se podrán imaginar que es. Solo una noche basto para que todo mi futuro, todo mi plan de vida volviese a cambiar, estábamos tan cerca de la meta y ahora estamos tan lejos que pienso que no seremos capaz de lograrlo.

Desde que la noticia salió a la luz, me he tenido que hacer cargo de esta familia y la casa una vez más, no puedo dejarlos desamparados, estos chiquitos no tienen la culpa de la relación que llevan sus padres, menos el que viene en camino. Intento dar lo mejor de mí pero en serio, esta mujer hace que sea imposible; no hay día que no se escuche una discusión en esta casa, me comienza a molestar más que todo por las niñas, ya hasta hemos corrido dos niñeras en lo que va de mes por nuestras peleas y celos de Amelia. La relación ya estaba deteriorada meses atrás, imposible acomodar todo ahora.

Intente llegar a un acuerdo con ella pero fue misión imposible. Y tengo que hacer algo ya antes de enloquecer. Siento que lo estoy perdiendo todo, ya perdí una parte de mí, no me puedo perder a mí.

- ¿Estas molesto, papi? – Mi hija me saca de mis pensamientos. Observo sus ojitos un tanto apaciguados. Diablos, nos volvió a escuchar – Prometo no pedir más nada, papi, yo solo quería invitar a mis amigas a casa

- No estoy molesto contigo, mi amor. Sabes que te bajaría la luna si es posible – La tomo en mis brazos, beso su frente – Por ti daría lo que fuese, Dulcie ¿Realmente quieres una fiesta así? – Me observa dubitativa y niega. Lo sabía.

- Creo que la abuela se salió de control. Te dije que estaba loca – Revira sus ojos, lo que me hace reír - ¿Te quedas a dormir esta noche? – Trago fuerte, el quedarme implicara que Amelia quiera hacer sus movimientos nuevamente, lo que nos llevara a discutir de nuevo, pelear y bueno, ya saben cómo terminara.

- Solo si el señor Bob me da un espacio – Mira de reojo a su teddy y luego me mira a mí para regalarme una brillante sonrisa.

- El señor Bob está de acuerdo en compartir su espacio esta noche – Rio y la abrazo fuertemente. Es mi cable a tierra.

Nos quedamos unas horas más hablando de cualquier cosa y en serio, con mi hija no hay manera de quedarse callado, dice cada ocurrencia que me hace cuestionar de dónde saca tanta curiosidad o tanta sabiduría siendo tan pequeña. Es sumamente inteligente, rompe los estereotipos de las chicas rubias. Cuando sus ojos pesan, me pide que le lea su cuento favorito, lo hago. No tomo más de diez minutos en hacer que se quedara dormida.

Damie || One Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora