-Narra Tyr: dios de la guerra, de la gloria en combate, y de la victoria.-
Drómi, así se llamaban los segundos grilletes traídos por Thor, y creados para Fenrir. Al verlos, no me sentí especialmente cómodo ante su presencia. Una vez más estábamos los tres: Thor, Balder y yo, contemplando nuestra nueva misión. Si yo fuera Fenrir, pensar en llevar esos grilletes encima, me causaría una gran angustia por lo sólidos que parecían. Drómi era fuerte y grueso, eran unos grilletes exageradamente mejores que Loeding, los primeros grilletes que se le colocaron a Fenrir. Exageradamente mejores porque cualquiera diría: ¿para un lobo hacía falta tanto hierro? Para Fenrir sí.
—Ahora me pregunto si se lo tragará... —confesé mientras observaba los grilletes. Drómi imponía, parecía imposible de romper.
—Tranquilo —me aseguró Balder, tan sonriente como siempre—, yo le convenceré para que se deje colocar los grilletes.
—Yo no creo que esta cadena sea tan exagerada —dijo Thor mientras la sacudía—, pero es una buena cadena, aguantará.
—Ya veremos... —insistí en mi negatividad. Fenrir se había hecho más fuerte en los últimos meses, el lobo había aprovechado muy bien el tiempo en que se tardó en hacer a Drómi.
—Informa al lobo de nuestra presencia —dijo Thor, y eso hice. Me separé de mis hermanos y recorrí el prado hasta donde se encontraba Fenrir.
Fenrir estaba donde lo dejé la última vez, tumbado disfrutando del sol de la mañana. Cuando le di la noticia, me miró gruñendo, con los dientes apretados, y bastante enfadado.
— ¡Rompí Loeding! —gritó— ¿Qué más quieren los aesir? —dijo mientras daba vueltas de un punto a otro, clavando con fuerza las patas en la hierba.
—No creen que fuera una buena cadena, ya te lo han dicho.
— ¡No pienso romper ninguna más!
Abrí la boca para hablar, para intentar hacerle entrar en razón, pero un ruido a mi espalda me hizo mantenerme en silencio. Al volver el rostro, vi a Balder acercarse a nosotros con la misma actitud que mantuvo cuando a Fenrir se le colocó la primera cadena, una actitud tranquila, relajada, y despreocupada. Hace unos meses, con Loeding, a mi hermano se le ocurrió una bonita idea para ponerle la cadena a Fenrir, ¿tendría ahora otra?
—Hola, Fenrir —saludó con su frecuente tono jovial—. Ya tenemos tu cadena preparada.
El lobo lanzó una dentellada al aire.
— ¡No pienso dejarme poner, ninguna cadena más! —dijo exactamente lo mismo que la última vez que Balder habló con él. Después de Loeding, no habían más cadenas para Fenrir.
— ¿No quieres romper a Drómi? —Dijo Balder, insistente—, que pena. No creía que dudaras de tu fuerza, Fenrir.
El lobo alzó las orejas y se quedó mirando a mi hermano con sus rojizos ojos, procesando lo que había dicho Balder. Por un momento pensé que iban a saltar chispas desde sus iris.
— ¿¡Cómo dices!? —gruñó Fenrir al ver por dónde iba mi hermano, otra vez Balder tocaba el orgullo del lobo.
—No quieres romper la cadena porque crees que es demasiado fuerte. Lo entiendo —respondió Balder.
Vi temblar de ira a Fenrir... y notar con ello el peligro que comenzaba a generarse con esa reacción, juraría que sus ojos se iban a derretir como si estuvieran hechos con lava incandescente.
ESTÁS LEYENDO
Los hijos de Loki
FantasyLoki estuvo una vez con una giganta llamada Angrboda, tres hijos tuvo con ella: el gran lobo Fenrir, devorador de mundos; la serpiente Jörmundgander, la serpiente de Midgard; y Hela, la diosa de los muertos. Los tres hermanos fueron encerrados en As...