IX: Hola, extraño.

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Jungkook torció la cabeza frente al Omega en frente suyo.

Era, de hecho, lo único que podía hacer en ese momento. Sus ojos apenas podían enfocar la figura elegante de Seokjin frente a él, todo daba vueltas y no podía moverse.

Sentía la presión de algo alrededor del cuello, pero aunque quisiera tocarlo con sus manos —las cuales no respondían a sus movimientos— le era imposible. Estaba esposado detrás de la espalda y sentado en una silla que distaba mucho de ser cómoda.

—No puedo creer que estés haciendo esto —La voz de un hombre en la sala, un hombre al que él no conocía, sonó por todos lados. Rebotó dentro de su cabeza e hizo eco un par de segundos— ¿Te volviste loco?

—No tengo nada más que hacer. Lo siento —Seokjin caminó hacia Jungkook y tocó su frente. El Alfa gimió moviéndose incómodo e incapaz de hablar. El bozal en su boca le incapacitaba decir palabra alguna, y su cabeza tampoco le dejaba hilar pensamientos muy concisos— Podrías haber relegado tu puesto a alguien más. Aunque seas el jefe de policía es un caso personal.

—Voy a quedarme aquí y asegurarme de que esta bestia no va a morderlo —El chico de la voz de nuevo, usando un timbre amenazante y desagradable que hizo que una parte de Jungkook quisiera aplastarle la cabeza— Voy a quedarme aquí toda la vida si es necesario.

—Namjoon —Seokjin hizo una pausa y respiró profundo— Creo que deberías irte antes que Jimin llegue aquí. Sé que tú te mueres por verle pero él está pasándolo horrible en este momento. Verte aquí no lo hará más fácil para nadie.

—No quiero dejarlo —El hombre Beta, según Jungkook pudo adivinar por el uniforme distinto al de Seokjin, habló y se le quebró la voz— Jin, no quiero dejarlo.

—Lo sé —El Omega se movió y Jungkook hizo un esfuerzo descomunal por enfocar sus ojos en los chicos que se abrazaban. Algo se le estaba escapando— Estarás bien, Nam. Ustedes dos son fuertes, van a poder hacer esto.

—Bien —Namjoon asintió con la cabeza y le hizo un saludo— Me iré. ¿Necesitas que mande a alguien a patrullar? El escuadrón de Jimin se ofreció a hacer las guardias.

—Tráeme a Lalisa y a Jackson —El Omega lo acompañó hasta la puerta del pequeño espacio— No quiero a ningún Omega cerca. Sólo Betas.

—Bien —El hombre le dió un abrazo al Omega y se despidió besándole la frente— Confío en ti. Adiós.

La puerta se cerró con delicadeza y Jungkook gruñó de dolor en dirección a Seokjin.

—Lo sé —El doctor se acercó y cruzó los brazos sobre su pecho, mientras le miraba— Creo que el bozal es un poco exagerado. Jimin sería capaz de mandarte a pasear antes de que le claves los dientes encima, pero Jiyong no quiere correr riesgos.

Jungkook se removió y apuntó al collar en su cuello con la barbilla.

—Eso es por si tus niveles de adrenalina y androsterona se elevan —Seokjin explicó, mientras sacaba de sus bolsillos una caja de plástico y la dejaba sobre la mesa a su lado— Estaremos monitoreándote las veinticuatro horas del día. Si se elevan demasiado, nos daría una indicación de que algo está pasando contigo y Jimin. Te electrocutará, así que no intentes nada. 

Jungkook rodó los ojos y gruñó nuevamente.

—Sé que dijiste que cooperarías. Pero lo siento, esto escapa de mi control —El Omega se encogió de hombros— Mira, si te tomas las pastillas que te receté toda esta semana y te comportas, podríamos darte un poco más de libertades. Tienes que demostrar, no sólo a mí sino a todos arriba, que quieres colaborar. Que no eres un espía. Están dentro de esta cajita.

Detestable |KOOKMIN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora