II: Un nuevo; un parásito.

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Cuando Jimin giró su cuerpo y puso sus dedos bajo la nariz del chico para revisar si estaba respirando, por quinta vez en el viaje, Lalisa golpeó el manubrio.

— ¡¿Puedes dejar de hacer eso?! —Gritó, apretando el acelerador sin darse cuenta y aumentando la velocidad del coche— Me tienes de los putos nervios.

A Jimin no le costó mucho esfuerzo darse cuenta que la Beta estaba recuperando su olor natural. El aroma ácido y metálico de los aceleradores se estaba disolviendo, dando paso a la fragancia lavanda característica de ella. Eso significaba que habían pasado al menos dos horas desde que se habían inyectado.

—Sí, me duele la cabeza —Lalisa dijo, frunciendo el ceño como si hubiera leído sus pensamientos, con la mirada en la carretera pronta a terminar y dar comienzo al bosque— Estoy aterrizando.

Jimin no pudo hacer nada más que darle una mirada de pena... A medias.

Era una lástima pero por suerte ella era una Beta. Sólo sufriría una resaca producto de las drogas que aceleraban su cuerpo, la hacían pensar más rápido y neutralizaban el dolor.

Jimin, en cambio, rezaba para llegar de una vez y encerrarse en su habitación. Namjoon debería de estar allí ya, probablemente coordinando las diligencias de los Alfas capturados y estaría pronto a desocuparse para cuidarle. Además de la resaca, Jimin sufriría de los síntomas de abstinencia del Altrenogest 1407 y múltiples pesadillas. Lo cual era su maldita culpa, pero no podía hacer nada para evitarlo.

Jimin tenía un olor muy, muy fuerte la mayor parte del tiempo. Imposible de esconder con una dosis de las pastillas mágicas, tenía que inyectársela directamente al torrente sanguíneo. Y eso le hacía generar resistencia a la sustancia.

Así que sí, era su culpa que tuviera que tomar tres veces la cantidad de Altrenogest que un Omega normal. Pero no se sentía culpable —al menos no en ese momento— pues eso le permitía hacer las misiones en persona.

— ¿Cuánto tiempo te queda a ti? —La rubia carraspeó, con el ceño fruncido. Probablemente estaba sufriendo un dolor agudo en el cráneo.

—Si llevamos dos horas desde el pinchazo... Una hora y media. El tiempo suficiente para llegar a la ciudad y volverme loco allí.

Lisa guardó silencio antes de volver a hablar.

— ¿Aún tienes recuerdos de eso? —Preguntó, directamente. El tono de su voz y la forma en la que lo dijo podrían convencer a cualquiera de que estaba segura de sí misma diciendo aquello, pero Jimin la conocía demasiado bien. Se estaba muriendo de miedo.

—Sí —Respondió, mirando como los nudillos de la Beta se volvían blancos por la presión ejercida sobre el manubrio— No se irán pronto.

—Se lo merecía, Jim. Lo sabes...

—Distinto de saberlo es hacerlo —Susurró con desprecio, sin querer. Lalisa no dijo nada, así que aprovechó para girarse sobre el asiento del copiloto y quedar de espaldas a la ventana delantera. Apoyó los pies sobre la espalda del asiento, fijando la mirada en las tres personas que yacían sobre el cuero de la segunda fila de asientos.

Dos lobos Alfa atados por las patas, un humano Omega durmiendo.

— ¿Lo reconoces? —Preguntó a Lisa, mientras apuntaba al lobo de pelaje castaño con la punta del revólver doble de mano. Estaba cargado con dardos tranquilizantes, pero si cambiaba de cartucho podía disparar balas de plata— El niño dijo que se llamaba Taehyung.

—De eso quería hablarte —Ella susurró, repentinamente triste. Jimin la miró de reojo, contemplando como su rostro se deshacía de la máscara de seguridad rápidamente— No sé si es Kim Taehyung, pero lo subí al auto porque tú lo dijiste. ¿Te das cuenta que si no lo es, vamos a estar en problemas? Podríamos haber atrapado a Kim Jisoo, ella estaba justo allí.

Detestable |KOOKMIN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora