VIII: Desencuentro.

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El sonido incesante del monitor de los latidos de su corazón se estaba haciendo imposible de soportar. Una, y otra, y otra vez. Bip, bip, bip. El resto de la habitación permanecía en silencio, ni siquiera podía escuchar el ruido que debía de haber en las calles del Distrito de Servicios, pese a que Jimin calculaba que debía de ser mediodía.

Allí, bajo Ashkr, veían la luz del sol en contadas ocasiones de todas formas. Pero algún Omega había entrado a su habitación hace unas horas, cambiando la bolsa del suero.

Jimin estaba despierto desde entonces, pero no quería abrir los ojos.

Abrirlos significaría encontrarse con todo aquello que su mente trataba de evitar. Podía sentir el dolor punzante de la herida en su abdomen, pero a su vez, sus propios tejidos estirándose y moldéandose. Recuperarse así de rápido dolía muchísimo, básicamente porque no podían suministrarle altas cantidades de tranquilizantes, y él podía sentir como su piel y sus músculos trabajaban. Ardía, ardía todo el tiempo.

Abrir los ojos significaba también tener que escribir un reporte. El por qué había vuelto —aunque poco recordaba de cómo había llegado a Ashkr— herido y maltrecho. Quién le había atacado y por qué le había ganado. Jimin jamás perdía una batalla cuerpo a cuerpo. Era sumamente sospechoso.

Iba a tener que confesar acerca de Jeon Jungkook y su vínculo.

Su corazón comenzó a latir más rápido y el monitor emitió sonidos menos pausados.

Probablemente todos ya lo sabían. Al menos, los importantes. Jimin era capaz de poner las manos al fuego apostando que Seokjin les había informado de aquello. No le molestaba que el chico hubiera divulgado la información, estaba más bien molesto con el hecho de que nadie podía hacer nada al respecto.

Respiró profundo y trató de conectar con su lobo.

Pronto sería luna llena, y según podía suponer debido al dolor, tendría que pasar un par de semanas en reposo y con atención médica. No iba a poder salir. Su lobo lo sabía, pues se encontraba un poco triste. Jimin no percibió ningún rastro de él queriendo levantarse y huir. Estaba muy calmado y casi podría jurar que no recordaba que tenía un destinado que casi lo mató.

¿Sería alguna nueva droga de Jin?

La puerta se abrió con un chasquido y Jimin suspiró. Bien, era hora de volver a ser un héroe.

— ¿Jefe Jimin? —Un tímido chico de tez blanca y cabellos castaños se acercó, tímido, con un ramo de flores pálidas.

—Youngjae —Jimin le sonrió— Pasa.

—Pensé que seguiría durmiendo, lo siento, mi intención no era molestar.

El chico miraba al suelo, aún con el ramo entre las manos.

—Estoy despierto y aburrido hace un rato, haces bien en venir. Por favor, siéntate —Señaló una silla en la esquina del cuarto y el joven soldado le obedeció— ¿Me trajiste flores?

—Son de parte del Escuadrón. Jaebum las recogió hace un rato.

— ¿Jaebum salió al exterior?

—Lo enviaron a recibir a las visitas.

—Oh, es cierto —Jimin asintió con la cabeza— Hoy llegaban políticos de Chiria. ¿Tienes idea de quiénes son?

—Un Omega y su pareja, una chica Alfa. Creo que él se llamaba algo así como Hyojong.

Jimin asintió.

— ¿Qué tal es la Alfa?

—Muy territorial —Youngjae asintió y se acomodó sobre la silla— Aunque los informes dicen que es porque es general de alto mando. Bueno, Chiria ganó la guerra hace una década. Es normal que hayan firmado un nuevo ejército y tengan Alfas en él.

Detestable |KOOKMIN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora