El Rodan vs las momias

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Lunes 11 de junio, 2018. 7:00 am.


Desperté luego de un sueño bastante extraño.

Estaba en una cita con una chica de anime.

Iba del brazo con la mona china, sí, una monita con todo y su uniforme de marinero y su cabello rosa atado en coletas.

Y pum, de vuelta al mundo real, cabrón.

Eran las siete de la mañana, la alarma seguía sonando, tenía de alarma Ring of fire de Johhny Cash; esa sucesión de trompetas me había hecho abrir los ojos de golpe, y de paso me había arruinado un extraño pero hermoso sueño.

Me puse de pie, no tenía tiempo que perder. Empecé con estiramientos, luego de eso salí de casa para dirigirme al parque que estaba a tres calles. Cada día al levantarme me iba a correr. Era parte de mi entrenamiento, de hecho ya lo hacía desde antes de de lo de la lucha, pero sólo corría de tres a cuatro kilómetros, ahora ocho diarios. Además el tumbling y las pesas me habían transformado por completo, si quería podía posar como los varoniles personajes de una serie (cuyo nombre sonaba extrañamente similar a un juguete) sin hacer el ridículo, pero de todos modos me abstenía de ello.

Una hora más tarde regresé a casa, tomé una ducha y me preparé el desayuno. Debía irme en media hora para estar a tiempo en el trabajo: un call center sobre la calle Padre Mier. Digo, no estaba tan mal, trabajaba de las diez a las cuatro de lunes a sábado, la paga quizás no era la mejor pero sabiendo administrarme podía hacer rendir el dinero y darme el lujo de comprar algunas cosas. Eso y que al ser media jornada me daba tiempo para entrenar.

Mi familia sabía que todos los días iba al gym. Ni de chiste sospechaban que era un gimnasio de lucha libre, por gimnasio creían que la cosa era de sólo levantar pesas. Algún día se enterarían de la verdad, pero esperaba que cuando ese día llegara yo ya estuviera luchando en la Arena Coliseo como estelar, lo cual no dudaba que iba a pasar.

Algo muy raro en este deporte es que tu primer combate sea estelar. Por alguna razón los organizadores del evento en el que haría mi debut, tal vez motivados por lo que mi entrenador decía, me pusieron en la estelar junto con otro novato para enfrentarnos en un duelo de parejas contra Halcón de oro y Halcón de plata. Al parecer yo era lo bastante bueno como para ponerme al tú por tú con luchadores que llevaban diez años batiéndose sobre los encordados.

Desde muy chico me gusta la lucha, crecí viendo al Santo y a Blue Demon pelear contra las momias y contra otros seres de pesadilla en las películas, ahora me tocaba a mí volverme el ídolo de los niños de esta era.

Mientras desayunaba veía la televisión, estaban hablando sobre la tormenta eléctrica de la noche anterior: gruesas nubes empezaron a cernirse sobre el Cerro de las Mitras oscureciendo el panorama, violáceos destellos se dejaron ver al interior de los cúmulos de nubes.

—Se atormenta la vecina —dije al contemplar el fenómeno.

No llovió, sólo hubo truenos, rayos y un fuerte viento. La tromba cesó ya entrada la madrugada. Se reportaba que hubo árboles derribados, postes de alta tensión se vinieron abajo dejando numerosos sectores en penumbras y varios vehículos se vieron severamente dañados al caerles un rayo.

—Pinche Thor mamón. —Le di un trago a mi chocomilk.



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Ya me calaban las orejas. Tener puesta una diadema y estar sentado seis horas —con sólo treinta minutos de receso al día— atendiendo llamadas no podía considerarse vida, pero sí una forma de ganársela. Había sido un día intenso, más tráfico que de costumbre, no pasaban ni veinte segundos de haber colgado una llamada cuando la otra entraba, de ahí que sintiera escozor en mis orejas a pesar de lo acolchado de los auriculares.

Las aventuras de la chica mágica y el luchadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora