o-o-o
"me parece extraño que Potter no te haya escrito" – dijo Severus sentado en su viejo sillón, en sus manos sostenía el profeta, en su portada otro artículo del chico – "parece que tanta atención le ha hecho daño"
"o tal vez por que odia a mi novio" – dijo bajo Amelia
"no te escuche"
"Antes de salir de Hogwarts, Harry se entero de algo" – comenzó a contar Amelia, Severus bajo el periódico hasta posarlo en su regazo – "bueno, Draco Malfoy y yo, pues somos novios"
Amelia espero varios minutos la reacción de Severus, él seguía viéndola como si esperara que en cualquier minuto le dijera que era una broma – "no me dirás nada?"
"Draco Malfoy…eso sí que es una sorpresa" – le dijo, decidió levantarse de aquel sillón, Amelia que estaba sentada en el piso vio caminar de un lado a otro al hombre - "Amelia, podrías ir y pedirle a la señora Gines un poco de azúcar?"
"azúcar? Desde cuando tomas azúcar?"
"desde ahora" – le contesto Severus, Amelia se levanto del piso arreglo su falda y fue a la cocina a coger una pequeña taza para traer el azúcar, tal vez quería alejarla y que no vea el arrebato que hace un hombre cuando algo no le simpatiza. Porque los hombres se comportaban como niños?
Cogió un pequeño chaleco que habia colgado en la entrada, las llaves y se dispuso a salir. La calle estaba fría, las luces apenas e iluminaban el oscuro callejón. Cuando se traslado a vivir con su profesor se sorprendió que él viviera en un barrio Muggle, sabía que era mestizo, tal vez por ese motivo es que no se apartaba del lugar, aunque no conversaba con sus vecinos.
Los vecinos, chismosos como en la mayoría de lugares, se preguntaron quien era ella, y un día que había salido para comprar la abordaron y preguntaron quien era ella, que hacia viviendo con un hombre como él. Lo único que se le había ocurrido era decir que era su padrino y que ahora él era su tutor legal, cosa que no era mentira.
Unas voces llegaron a ella aunque un poco distorsionada, siguió caminando hasta la casa de la señora Gines, que hasta donde sabia era una squib que también vivía en el sector, su familia la expulso al enterarse de su condición de squib. Ya en la puerta de su vecina vio hasta la casa donde vivía, tres sombras se encontraban en la puerta, tres sombras que por la lejanía no pudo reconocer a quienes pertenecía.
"dime querida" – la asusto la señora, una mujer mayor de cabellos ya blancos y piel arrugada estaba en el marco de la puerta, miro de nuevo hacia las sombras, habían desaparecido o habrían entrado a la casa?
"buenas noches señora Gines, mi padrino dice si puede ser tan amable de regalarle una taza de azúcar"
"oh claro cielo, pero entra, entra que hace frio allá afuera" – Amelia paso a la casa, retratos colgaban en cada rincón de la pared – "es muy peligroso que andes sola por la calle pequeña, podrían atacarte y con esta situación" – se lamento la mujer
"porque me atacarían?"
"por herir a tu hermano por su puesto! Todos contamos con que él acabe con el que no debe ser nombrado"
"si, lo sé"
"cuando vendrá a visitarte? Oh no quisiera morir sin conocer al niño que vivió"
"el no me viene a visitar lo siento… y mi azúcar?" – pregunto Amelia
"oh si, si acompáñame" – dijo la mujer, la guio hasta la cocina, platos sucios estaban en el lava platos, cogió la taza de la mano de Amelia y la metió en un saco seguramente de azúcar, que se encontraba al lado de la basura – "ten"