Era de noche, la luna había salido brillante como siempre, aunque un oscuro azul grisáceo adornaba aquél cielo que una vez fue celeste.
El hombre se paseaba por aquél lugar, con un cigarrillo entre sus labios, dándole caladas. Ihnaló aquél humo tóxico que alguna vez había odiado, por última vez, para luego tirarlo al suelo y pisarlo.
Sus ojos afilados color verde, que alguna vez expresaron felicidad y comprensión, se habían vuelto oscuros. Muchos lo notaron, muchos le dijeron, lo que no sabían era que, su mejor amigo, Present Mic era un traidor.
El vago recuerdo de el azabache al que había amado, desde adolescentes se pasó por su mente, suspiró una vez más. Seguía sintiéndose culpable, después de todo el tiempo que había pasado, seguía haciéndolo todavía recuerda aquél brillo en sus ojos ónix, el cual reflejaba tristeza. Más nunca decepción, incluso en sus últimos momentos, hasta el último aliento, nunca le juzgó, y eso era todo un honor.
¿Pero a que costó?
Después de todo, el ya había planeado lo que estaba a punto de hacer, bastante decidido estaba a cometer aquello
Se apuntó con aquella arma, aquélla con la que mató a el que una vez fue su amigo, aquélla que fue empapada con su sangre justo en su cráneo. Sonrió por última vez, y antes de jalar el gatillo, unas pequeñas lágrimas salieron de sus ojos, lágrimas recordando el pasado, lágrimas recordandolo a él. Y jaló el gatillo.
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