A todos los humanos siempre se nos pasan ciertas ideas y pensamientos por la cabeza, y el caso de Aizawa Shōta no era diferente.
Él era directo, decía las cosas que pensaba sin flaquear en ningún momento. Pero habían ciertas cosas que guardaba para su mente, por supuesto.
Por cada cosa que pasaba, un diferente pensamiento se hacía presente.
Digamos qué, tenía una manera muy “Especial” de ver el mundo.
—¡Eres muy amargado!
Hasta que aquélla voz resonó en su mente, perturbando su calma.
—¿Puedes callarte?
Aquéllas simples dos palabras, servían para describir sus pensamientos. Servían para tentar más a Hizashi a molestar a aquél sujeto amargado, o como él pensaba.
—Oh, vamos Shōta. ¿Es tan difícil para ti decirlo?
Hizashi Yamada, el único que logró romper la burbuja de pensamientos que mantenía a Shōta alejado de los demas, y sin saber el por qué, le terminó agradando aquélla compañía.
—Ya dije que no lo haré.
Hizashi hizo un puchero, fingiendo estar enojado. Más, no duró mucho puesto a que terminó estallando en risas.
—¡Pues yo si te amo!
Hizashi, aquél que había logrado acercarse a Aizawa.. Y no sólo perturbó el silencio, si no también el frío corazón de aquél azabache sin pensarlo.
—Tch, yo igual idiota.
Hizashi, aquél que ahora era pareja de aquél azabache, de Aizawa Shōta.
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Palabras; 221
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