2 - Marca

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Sentí cierta incomodidad al estar tan solo, me apuré en ir a buscar dichos materiales, no sabía si alcanzo a almorzar ya que la casa queda ligeramente lejos.
Probablemente tenga que comer allá, o si no tendré que estudiar con el estómago vacío.

Toqué la puerta en un ritmo distintivo.

-Hola, pasa.-Invita con una voz amigable.

Me recosté confiadamente en el cómodo sillon mientras ella subía por las escaleras.

Miré con intriga la televisión, habían imágenes de un edificio conectado a un brazo de humo que se extendía hasta las nubes. Habían pancartas que a simple vista no se distinguía lo que dice.

-Aquí está.-Entrega los materiales sobre una mesa con cierta delicadeza.

-¿Que está pasando?

-Ah, esa la estan dando hace rato. Conspiraciones, ¿conoces esa droga que te hace ver como la cara desfigurada y la piel media pálida?

-No, he escuchado visto algunos documentales.

-Ya bueno, la cosa es que dicen que es una plaga que introdujo el estado no sé como. Las tonteras que se montan para seguir drogándose, mas encima piden algunos piden cierta indemnización.

-Mira tu.

-Te sirvo un plato de Fideos con tuco.

-Ya pues, ya que estamos aquí.- Bromeo fingiendo cierta arrogancia.

-Que agrandado la mierda, aja.

Ayudé colocando los servicios e individuales en la mesa para luego sentarme a saciar el hambre. Durante el almuerzo pensé si podría llegar a colapsar el sistema, la marcha no era algo pequeño, mucho menos para simples conspiraciones. Ni mucho menos para que la gente proteste de mona.

Luego de un rato me preparé con las cosas en la mochila y en las manos.

-Ve con cuidado Fernando.-Cuando me llama por mi nombre (completo) es por algo serio.- Porfavor.

-Claro.- Tomé una breve pausa intentando disimular el ligero nerviosismo.- Claro que lo haré.

Cuando iba de vuelta a la escuela estaba pensando si desviarme a casa o continuar. Por una parte me sugería que debo estar en un lugar seguro, podría expandirse el caos en cualquier momento. Pero por otra parte estaba pensando lo paranoíco que me estaba volviendo.

La idea desaparece en cuestión de minutos al llegar al liceo, me resultó bastante poco alentador tener que hacer el trabajo solo, no solo por el hecho de el aburrimiento, si no tambien la soledad. No me gusta estar solo, me siento incómodo e inseguro.

-Bueno chiquillos.- Saluda la profesora Gabriela iterrumpiendo mis pensamientos.- Saquen sus materiales.

Hago caso, dejando la mochila encima de la mesa. No me resisto un solo segundo y dejo caer mis hombros y cabeza sobre los esparcidos materiales, el sueño es tal que no me importa tener cada vertice de cada objeto resistiendo mi peso. Solo en cuestión de segundos caigo rendido, dormido.

**

-Fernando, ¡Fernando!-Resuena la voz de mi madre en mi cabeza

No, no es mi madre, es la profesora la cual parece no agradarle mi falta de entusiasmo.

-Te has quedado dormido, ya el resto de compañeros se han vuelto a casa, ¿que te sucede?

-Nada.- Intento reactivarme, aun siento pesado los párpados.- Llegué un poco cansado nada más.

-Guarda tus cosas, ultima vez. Te vas con observación por si lo preguntas.

-Disculpe.-Intento sonar arrepentido, algo que no me sale muy bien. Me queda mirando de reojo.

Me apresuro en salir haciendo el menor ruido posible.

Al salir no aguanto las ganas de bostezar, contemplo mi alrededor buscando con quien ir a casa, ningún conocido.

Mientras camino saco el móvil, apenas veo la pantalla me doy cuenta de algo muy importante, no hay señal, reviso que no esté el modo avión, pero no tiene. Extraigo la carcasa seguido de la tapa para encontrarme con el chip bien puesto. Vuelvo todo a su lugar.

Sin embargo todavia me queda mucho por caminar, coloco música para matar al aburrimiento. Escucho 10 temas hasta llegar a casa.

Al entrar a casa siento un alivio tremendo, sobre todo al subir las escaleras y deshacerme del peso.
Me tumbo en la cama pensando en una reponedora siesta, que mejor, mientras llegan mis padres.
Sin cambiar de uniforme, nada, directo a dormir.

(...)

Un sonido similar al de un petardo proviene de afuera, con curiosidad asomo la cabeza por la ventana, no estoy seguro pero el sonido se escuchó cerca, giro la cabeza en busca de cualquiera que haya podido causar tal estruendo, pero no hay evidencia de que alguien haya tirado un petardo, en cuanto me saco los audífonos con su respectiva música, que no me había dado cuenta que los traía puestos.

Comienzo a sentir miedo, terror, pánico. Solo estaba mirando a la ligera, y al agudizarme, puedo escuchar gente gritando, y tal punto de dormido estaba que los petardos, en realidad eran huecos en las paredes. Y del tabique que separaba mi pieza de la casa del vecino se alcanzaban a apreciar lloriqueos, voces rotas. Esto definitivamente dejará una marca.

Last SurvivorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora