Tomó la llave con cierto arrepentimiento, sintió que no merecía vivir, si lo que decían sobre Lorena era verdad estaba completamente solo. No tenía a nadie con vida a estas alturas.
Se sentó un largo rato sobre el suelo, luego se recostó para llorar por eternos minutos, quería que se acabe ya la tortura. Quería que se despierte de la pesadilla.
Penso por un momento autoinflingirse heridas mortales.
Con una tijera apuntó su cuello, decidido a terminar con su vida.
-¡Alto!- gritó una voz a través de los parlantes, el miró extrañado con el filo tocando su yugular-. ¿En serio te vas a rendir así? Yo no lo haría, por último aprovecharía la recompensa. ¡Bah! Haz lo que quieras, una boca menos que alimentar.
Enseguida soltó las tijeras y se levantó interesado en aquellas palabras, poco motivado, pero al fin y al cabo motivado...
¿Recompensa? Pensó introduciendo la llave en la cerradura.
Al abrir la puerta vió un largo pasillo del otro lado, solo alcanzó a hecharle un pequeño vistazo antes de que se haya vuelto borrosa su vista y pesado los ojos. Cayó pocos segundos después en un profundo sueño.
Nuevamente perdió demasiada sangre, esta vez le suministraron una reserva de su sangre, por alguna razón sabian su tipo de sangre la cual fue bastante útil a la hora de salvarle el pellejo, sus costillas habían teñido de rojo gran parte de su costado y su pierna, la ya helada sangre tardó un rato en tomar un color más oscuro.
Pasó unos días cuando un escalofrío recorrió su cuerpo despertándolo de un sueño, casi eterno.
Su vista aún no recuperaba el cien porciento de su capacidad, ni su cuerpo absorvía la sangre que tenía inyectada en un cable que comenzaba en una bolsa y terminaba en su brazo.
Sintió un leve dolor de cabeza al intentar sentarse en la camilla, el mundo se le daba vuelta con cada pestañeo.
-Ey, ya despertaste amiguito- dice un doctor intentando ser amigable.
-¿T-tu quién eres?- tartamudeó desconfiado.
-Me dejaron a cargo de tu cuidado, no te preocupes estás en buenas manos. Ya te cerramos la herida y estas fuera de riesgo vital.
Luego de lo dicho levantó su polera observando la herida ya cocida, notó que le cambiaron de polera por una limpia, también sintió un leve ardor alrededor de la herida.
El señor comenzó a reirse de forma amigable al ver el estado físico del joven.-Tendrás que mejorar eso amigo, no está tan desorbitado pero tu condición debe ser óptima- cesó la risa-. Te aconsejo que vayas a un gimnasio, está en la salida, luego doblas a mano derecha sigues recto por dos cuadras y vas mano izquierda, en la vereda izquierda hay uno.
-Vale, igual no hacía falta- responde un poco molesto, el no se sentía incómodo con su relación estatura-peso pero sí con el comentario.
Los días avanzaron tan lentos como aburridos. Desayuno, almuerzo y colación es lo único que llenaba su estómago mientras miraba televisor, hasta que llegó el ansiado día del alta.
Primero vino el doctor a retirarle los puntos, la herida no lucía tan terrible como antes, ya tenía una desagradable costra. El único contra es que salió un poco de sangre que fue cellada con algodón.
-Listo, nos aseguramos de que no se acumule pus dentro con las limpiezas, desinfectamos. Te puedes ir- dijo el mismo doctor de las 2 semanas anteriores.
El muchacho se retiró con la misma ropa, se preguntó porqué no tenía ropa hospitalaria, pero se respondió a si mismo pensando en las condiciones de cada rincón del mundo. Ya todo se había ido al carajo hace bastante tiempo.
-Adonde voy, creo que hay un departamento por aquí cerca- se dijo a si mismo organizando lo que iba a hacer.
Viró en un par de calles antes de llegar a un edificio considerablemente alto, cruzó por la puerta llegando a recepción. Preguntó por las llaves y se armó de paciencia para subir al séptimo piso. Una por una fue pensando en las personas que lo habían abandonado sin querer.
Al llegar a su cuarto correspondiente inserta la llave y se adentra en lo que será su refugio durante varios días.
-Es lo que hay- musitó a si mismo.
Lo primero que hizo fue darse una fría ducha para despejarse de sus recuerdos por un momento, luego se dirijió a revisar el refrigerador, para su desgracia solo había espacio. Aun le quedaba revisar la despensa, se encontró con una lata de atún y nada más.
-Vaya que son generosos - maldijo la precariedad de su plato.
La bebida estaba sin gás y la ensalada casi era solamente jugo de limón. Juntó el atún a la ensalada, el resultado fué mejor de lo que esperó.
Se sentó en un sillón esperando que algo interesante sucediera, nada pasó, la falta de estimulos provocó que se sumergiera en un profundo sueño.
Otra vez había soñado con el día en que dejó vacío aquellos cuerpos, haber cambiado todo esos ojos por unas inmóviles esferas de color café le asustaba cada segundo mas. Presenciaba la escena una y otra vez, su cordura dependía de cuan pronto encontrara compañía, pero le aterraba socializar con las personas. Por temor, por el y... por el.
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Last Survivors
Fiction généraleEl tiempo no se detiene, todo está en movimiento, el ciclo es algo que no le agrada mucho a los que están en el poder. Sobre todo la parte en la que se reproducen. Para detener una revolución sus resultados y derivados necesitarán mucho más que exte...