5,2 - Mandados de desconocidos

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-Mamá, adonde se ha ido padre. Hace días recuerdo que salió a comprar con mi hermano- Le pregunté a mi madre, quien no me tenía mucho cariño, pero luego de golpe comenzó a ser sobreprotectora-. Los extraño.

Cuando estaba a punto de llorar.

-No seas llorón, fueron de viaje. No se cuando volverán y no te puedo prometer que será pronto- Responde apagando la tele-. Ven para acá

Luego de una cortante mentira me abrazó, esa fue la muestra de cariño que no me había dado en años. Y que jamás volverá a dar ¿Porqué?

-Vamos, reacciona. Holaaa. - Dice Miguel con su brazo estirado ofreciendo un cigarrillo- Relájate, si tenemos a una persona novata intenta no ser una molestia como ella.

Por instinto miro mi alrededor, dándome cuenta de que están tapiadas las ventanas. Las cortinas están arrancadas por el vidrio roto.

-Aprovechando que mi teléfono tiene baja batería podriamos usarlo de señuelo.- Sugiere María rompiendo un incómodo silencio.

-Hazlo.- Motiva Miguel.

Luego de unos segundos configurando el móvil decide lanzarlo como herramienta distractora.

Captan por un momento el objeto por un breve momento pero el intento de hacer tiempo fracasa.

-¿Porque no trajimos armas?-Pregunto

-Dices eso como si encontrar un arma fuera tan facil igual que hacerse un pan con mantequilla, pero la verdad no. Y las pocas que tenemos las dejamos en el refugio para proteger a la gente. Además tengo un cuchillo y ahora que lo pienso.- Desliza la mochila por su brazo hasta llevarlo al suelo, abre un bolsillo al costado y saca el arma. La toma desde una parte no afilada y ofrece el mango.

-No queda de otra supongo- digo tomando el cuchillo.

-De momento dos se quedarán sin protección si quieren se buscan algo por ahí, no sé. Tres irá con uno a buscar herramientas para defenderse mientras nosotros pensamos en algo para salir de aquí- ordena María al grupo.

Al recorrer sala tras sala sorteando estante tras estante llegamos a un punto alejado de los demás, la bodega.

-De momento tenemos una llave inglesa, no se que tan efectiva podría ser, pero algo es algo.-Aviso fingiendo simpatía.

-¿Sabes? Ha pasado una semana desde que tengo contacto con nadie, ninguno de mis familiares, ni conocidos. Yo venía de vacaciones
y...-Lamenta esforzándose en no llorar.-

-Cálmate que tirando mierda a los demás para luego hacerte la víctima no te devolverá a tus padres. Y no eres la única sufrida. Porfavor me harías el favor; valga la redundancia, de no hablar si no es muy, muy urgente.

Luego de mis duras e insensibles palabras se mantiene cabizbaja, y en vez de sentir algo de pena siento satisfacción, de ser por mi que se sienta lo peor posible.

Regresamos por el mismo camino en dirección al resto de grupo, busco con la mirada al resto del grupo sin encontrar respuesta.

-Ey miren esto. Suban por la puerta de ahí.- dice señalando a mi izquierda.

Al abrirme paso a través de la puerta me encuentro con una escalera de caracol. Subo deteniendome en el segundo piso.

-Mira, ven.- Dice María atrayendo con la mano.

Al asomar por la ventana rota veo que cuelgan varias cortinas amarradas formando una perfecta escapatoria.

Primero bajó Miguel, para asegurar el camino y efectivamente no corren ningún peligro estando abajo. Luego sigue Amanda para continuar con María, pero la única forma de salir no resistió el peso de la carga. María cayó desde un par de metros pero llegó al suelo ilesa.

Caí rendido, no sabía que hacer, obviamente si se quedaban ahí un rato más iban a estar desprotegidos, no me podrían esperar ni ayudarme a bajar. Y la caida desde el segundo piso era suficiente para romperme algun que otro hueso.

-Continuemos, nos veremos en el refugio si es que te acuerdas. Si no, buena suerte.-Acuerda Miguel.

Enseguida se marchan y con ello mis ganas de seguir existiendo.

-Tragame tierra- dije a mi mismo queriendo morir de maners indolora con todo mi ser.

Aunque sería demasiado pedir en este mundo que se fué al carajo hace rato.

No pude dormir en toda la nocbe, estuve intentando idear un plan, pero en todos arriesgaba algo importante, no había forma de salir de manera gratuita y sin peligro.

Cuando veo por la ventana, encima de las casas, el sol va asomándose poco a poco, creando una imagen en mi mente, tal vez uno de los últimos amaneceres en la colección de mi memoria.

Last SurvivorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora