Capítulo 6

897 73 5
                                    

Paco me abrazó nada más verme.

-¡Marta! Dios como te he echado de menos.

Me separó de él y me dio un beso en los labios que no correspondí. Me sentía demasiado incómoda en aquella situación.

Podía notar la mirada de María clavada en nosotros. También notaba la sonrisa falsa de Marilia y escuchaba a Damion aplaudir de emoción. Incrédulo.

-¿Qué? - frunció el ceño - ¿no me vas a presentar a tus amigos?

Me di la vuelta. María estaba de brazos cruzados y con la mirada perdida en el suelo.

- Pues esta es Marilia, ya te hable de ella.

-¡Si! ¿Tú compañera de habitación?

Asentí y se dieron dos besos.

- Bueno, Damion, creo que ya os conocéis.

- Si - Damion soltó una carcajada.

- Y María, ella es...

- Una amiga - sonrió - una amiga que se va a currar.

Se me acercó, me dio un abrazo rápido y un beso en la mejilla.

María me había comentado que trabajaba a media jornada en un Telepizza que está a unos 15 minutos del campus.

Yo quería que se quedara pero Paco me agarró de la cintura y me impidió ir tras la rubia.

-Son monísimos juntos - Dijo Damion.

Marilia enredó su brazo con el de Damion. - Si bueno, les vamos a dejar que seguro que tienen mucho de lo que hablar, nos vemos más tarde Marta.

Llevé a Paco al parque. Nos sentamos en la hierba cerca del lago y nos compramos unos bocadillos. Estaba demasiado nerviosa por contarle como me sentía que no tenía nada de hambre.

-¿No tienes hambre?

- La verdad es que no - guarde la comida.

-¿Estas bien? Te he visto un poco rara, echas de menos Málaga ¿verdad?

Miré al frente - No es eso. Aunque me acuerdo de todo el mundo todos los días estoy bien porque se que estáis bien.

- Me han dado recuerdos para ti todo el mundo. - dejo su bocadillo apollado en sus piernas y contó con las manos - tú hermana, tús padres, Clara,...

Le cogí de la muñeca para que se detuviera.

- A ver Paco... como te digo yo esto... bueno voy a ser directa, creo que es mejor que nos demos un tiempo.

Note como se quedaba pálido. No quería hacerle daño, llevamos juntos tantísimos años que nadie me conoce mejor que él.

-Pe-pero ¿por qué?

Me estaban entrando ganas de llorar al ver lo destrozado que le acababa de dejar en cuestión de segundos.

- Por favor - le cogí de la mano -quiero que me creas que no es por ti ¿vale?

-¿Cómo no va a ser por mi? -soltó su mano de la mía con fuerza.

Ahora estaba enfadado y se levantó furioso.

- A ver - me levanté - déjame explicartelo.

- No hay nada que explicar. Me he recorrido cientos de kilómetros solo por ti para estar aquí un par de días porque te quiero y tienes la cara de decirme que hay otro.

-¿Qué?¿Cuando te he dicho que hay otro? - fruncí el ceño, ahora era yo la que me estaba cabreando.

- Bueno yo diría que está bastante claro.

-¡¿Es que una chica no puede estar sola sin mas o qué?!

Me di cuenta de que estábamos gritando demasiado.

- Vale Marta - dio paso hacia mi - mirame a los ojos y dime que no hay nadie más.

Obviamente había alguien más. Y era María. Pero no podía decírselo. Todo era superior a mi y la rabia y la impotencia me inundaron. Note como me caía la primera lágrima por la mejilla.

- Por favor Paco... es mejor que te vayas.

-¿Ya ahora me dices que vaya? Así por la cara - agitó sus brazos al aire - como tienes tanta cara.

Cada vez que habría la boca mi angustia aumentaba.

Una voz misteriosa apareció por mi espalda. - A ver chaval, ¿estás sordo o que te pasa? Te ha dicho que te vayas y si no te vas ahora mismo llamo a la seguridad del campus, tú decides.

Paco frunció el ceño, cogió su mochila, me miró y se fue.

Note como María me rodeaba entre sus brazos y rompí a llorar más fuerte.

- gracias- conseguí decir entre llanto y llanto.

María me apretó más fuerte y me acaricio la espalda para tranquilizarme.

-¿Estas bien? - me preguntó sin soltarme.

Negué con la cabeza.

Nos sentamos abrazadas. Era increíble lo vulnerable que me sentía ante su mirada y lo protegida que me sentía entre sus brazos.

Me dio un beso fuerte en la mejilla y nos separamos un poco.

Me recorrió la cara con la mirada. Una mirada de tristeza. Y me acarició la mejilla para secarme las lágrimas.

- Va a estar todo bien ya verás

Me encogí de hombros sonandome la nariz con un pañuelo. - Me siento tan estúpida ahora mismo.

- No digas eso. - puso su mano en mi pierna.

-Es que es verdad - apoye mi mano en la suya - Si yo le quiero, ¿cómo no le voy a querer? Pero últimamente no con la misma intensidad que antes.

-Nadie necesita que lo quieran a ratos. - Dijo impasiba.

La miré.

No vaciló ni un segundo e instintivamente ambas nos acercamos a la otra.

Sentía que se me iba a salir el corazón del pecho.

Cuando ya notaba su respiración se detuvo - no puedo. - se alejó.

Cerró sus ojos con fuerza avergonzada.

Le cogí de nuevo la mano. - No pasa nada. - y sonreí.

Por primera vez en muchos días sonreí de verdad.

MARTIA/ Tu Dedo En Mi EspaldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora