9: Broken madness

697 60 12
                                    

La anciana profesora despierta.

Pasa su vista de Tabitha hasta el puesto vacío a su lado.

-El señorito Avner...eh...ha tenido un pequeño percance, pero estoy segura de que volverá- la pelinegra está nerviosa a más no poder, Daniel podía meterse en serios problemas por salir de castigo sin autorización.

-Aquí estoy- Tabitha se da vuelta sobresaltada y ve que en el puesto que antes estaba vacío, su ahora novio le sonríe.

Porque son novios, ¿no?

-Quiero ver sus copias- exige la señora.

Ambos se levantan y dejan los cuadernos en la mesa.

El timbre los libera.

-¿Cómo volviste sin que lo notara?- pregunta poco después la pelinegra.

-Pues, la señora Gonzalez está sorda y bastante ciega. Sólo abrí la puerta y gateé hasta mi puesto. No sabía que tu también fueras sorda.

-¡No soy sorda! Seguramente no fuiste muy ruidoso.

-Tabitha, la puerta chirrió al abrirse.

-Oh... ¡sólo cállate!

Daniel ríe y se pasa una mano por su cabello rosa.

-¿Puedo desteñirlo? De todos modos ya gané tu beso.

-Que no, tienes que mantenerlo toda la semana.

-Sólo por ser tú lo haré, princesa.

Tabitha tuerce la cara en una mueca de repugnancia.

-No me llames así, vomitaré en tu cara.

-¿Y cómo te digo? ¿Cariño?

-Tabitha.

-Necesitamos nuestro apodo empalagoso entre novios. Pequeño Koala te decía cuando éramos amigos.

-¿Ya no lo somos?

-Somos novio y novia ahora.

-Pues yo sólo te diré Daniel. Y ahora, sólo Daniel, comeré mi chocolate, si no te molesta.

-Azúcar- repite el chico en voz baja.

-Sí, azúcar. Ya sabes, esa cosa blanca que se come en sobres, a cucharadas, que se pone en las cosas, en cubos...

-¿Te gusta mucho lo dulce, no es así?

-Mmm...un poco bastante, sí.

-Chica de azúcar, te diré desde ahora.

Tabitha se queda quieta y lo mira unos segundos.

-Eres como una niña pequeña. Inocente, infantil, dulce, creativa, traviesa, curiosa, y tienes esa obsesión con el azúcar. Te queda perfecto- el chico acaricia con su dedo índice suavemente la pálida mejilla de la chica.

-Me darás diabetes con tanta ternura- advierte ella, con una sonrisa tímida.

-Tu misma te darás diabetes si sigues comiendo tanta cosa dulce- y dicho esto, le quita su chocolate de la mano.

-¿¡Qué clase de novio eres tú?! ¡Me acabas de arrebatar la séptima comida más importante del día!

-Te estoy haciendo un favor al cuidar tu salud, tonta.

-No necesito ser cuidada ¡Ahora dame mi chocolate!- Tabitha se para de puntas para tratar de alcanzar su preciado tesoro, pero aunque odia admitirlo, Daniel es una jodida torre en comparación con su metro cincuenta.

Chica de azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora