Capítulo 5

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El lunes, casi una semana después de la cena Yuri tomó el auto de Beka con la excusa de ir de compras para los últimos detalles de la boda junto a Mila Babicheva, una vieja amiga de la academia de danza que ahora se desempeñaba como instructora de ballet para niñas, con un solo objetivo: averiguar quién era la persona que su madre iba a visitar en el hospital.

Tomó cerca de media hora y un café grande frente a la casa de su infancia esperar a que el Cadillac rojo de su progenitora saliera de su cochera con rumbo desconocido.

No fue problema seguirla a una distancia prudente pues un carro tan llamativo era fácil de rastrear a pesar de haber quedado atrás un par de veces por culpa de semáforos impertinentes que cambiaban de color en el momento menos esperado.

Fueron casi dos horas de camino con breves parada en un Starbucks y una florería hasta llegar donde suponía su madre se estaba dirigiendo: la clínica Ronstand.

Se estacionó con tres autos de distancia, en la zona del personal, en el lugar de un tal Dr. Collins donde aguardó por 10 minutos después de ver a la mujer abandonar su propio vehículo y dirigirse al edificio principal del establecimiento, luego salió y siguió los mismos pasos hasta la recepción.

Tal vez esperó mucho tiempo pues ya no habían rastros de Yelena en el hall, maldijo por lo bajo antes de quitarse el gorro y los lentes de sol ( había tomado medidas para no ser reconocido de causalidad) y fue directo a la recepcionista, una mujer que se veía desvelada y nada agradable. Usando su mejor voz de persona gentil se acercó a la mujer.

— Estoy buscando al Señor Altin, mi tía dijo que estaría aquí antes que yo pero no la encuentro ¿Puede darme alguna información? — recibió una escrutadora mirada de pies a cabeza antes de escuchar la voz más aguda que exista jamás, por un momento creyó que las mamparas se reventarían.

— Sólo se admiten familiares.

— Soy familia, quien está hospitalizado es mi primo. Vengo de Nueva York a verlo — ¡Oh! Bendita sea su madre cuando le obligó a llevar clases de actuación, su seguridad a la hora de hablar más la cara de "No me hagas esperar maldita perra" parecieron hacer mella en la chica que buscó rápidamente en el sistema.

— Pabellón de cuidados intensivos, está en el edificio de al lado, piso 4 sala especial número 3.

Yuri agradeció con un ligero asentimiento y se dirigió hacia la puerta que colindaba con la otra construcción, para sorpresa suya muchas personas parecían mirarle ¿Sabrían que él es Yuri Plisetsky? Esperaba que la gente fuera lo suficientemente ignorante como para no saberlo.

Se puso los lentes y con la seguridad que solía caracterizarlo se dirigió al ascensor pequeño, dedicado a visitantes y pacientes que pudieran estar de pie. Luego de asegurarse que Yelena no estuviera cerca, entró a la caja de metal y marcó el piso 4.

Su semblante no cambió en ningún momento, tal vez ya se le había pegado algo de cara de póquer de su prometido, pues por dentro era un manojo de nervios, sus manos sudaban y sentía sus piernas como gelatina ¿Qué encontraría en esa habitación? Vio como uno a uno los números que indicaban el piso iban subiendo, nunca algo se le había hecho tan eterno ¿Debió tomar las escaleras?

Se detuvo finalmente en el cuarto piso y no se paró a leer ningún letrero porque pudo divisar a su madre conversando con una enfermera y corrió a ocultarse tras un pequeño pasillo al lado derecho del elevador. Lo único bueno de casi ser descubierto era tener la certeza que estaba en el lugar indicado. Esperó por casi 15 minutos, dando vueltas por el piso donde estaba tratando siempre de no ser visto por mucha gente y evitar a su progenitora que se paraba a conversar con cada persona que se cruzara en su camino.

Experimento 27 [OtaYuri] (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora