Epílogo

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Otabek terminó de arreglarse ante el espejo de la sala antes de tomar las llaves de su auto para salir de casa rumbo al teatro.

Era, probablemente, una de las funciones más especiales de Yuri, quien volvía al ballet luego de una mala racha que había tenido. Primero la muerte de su abuelo que lo había dejado terriblemente afectado al punto de arrastrarlo a una depresión tan fuerte que le llevó a tener uno que otro episodio psicótico en el pasado, algo que habían podido superar gracias a la fortaleza de ese gato rubio y la doctora Collins, una excelente psiquiatra que lo había atendido en la clínica Ronstand, habían sido momentos duros para ambos, aún se estremecía de impotencia al recordar cuando lo visitaba en aquella habitación del cuarto piso en un edificio contiguo al principal; segundo, un esguince en el tobillo que le había llevado a hacer un paro en su carrera, Yuri amaba bailar y verlo tirado en el departamento sin hacer nada tampoco le gustaba, Yura era flojo y malhumorado, pero cuando bailaba aquello huía de su pequeño cuerpo dejando que brillará esa determinación que lo había enamorado.

Y después de casi tanto tiempo en recuperación y prácticas por fin volvía a las tablas, con el papel protagónico del Cascanueces para sorprender a todo el mundo con esa figura andrógina que le otorgaba esa facilidad para interpretar personajes tanto femeninos como masculinos.

Subió a su camioneta y manejó hasta una florería donde compró unas preciosas orquídeas, las favoritas de su prometido y una caja de chocolates porque, al ser también su mejor amigo, conocía bien sus ganas de atragantarse con dulces cuando acababa una presentación.

Con todo listo siguió su camino sin desviarse hasta el teatro, subió a uno de los palcos que había reservado con antelación para toda la familia Plisetsky-Nikiforov y ahí se encontró con Yelena, Evan y Victor, vestidos de gala como ameritaba la situación, viéndose como la familia perfecta que a veces se le hacía muy plástica, Yuri armaría un escándalo al verlos seguro.

- Buenas noche, Yelena, Evan, Victor - saludó a cada uno y tomó su lugar con ellos - ¿Katsuki? No lo veo por ningún lado - Evan se removió incómodo, aún no superaba el hecho de que su único hijo se hubiera unido a otro hombre.

- Tuvo una emergencia que tratar en Japón, estaba emocionado por verlo - contestó Víctor y luego el silencio se estableció entre todos.

- Iré a ver a Yura antes de la presentación, estoy seguro que debe estar ansioso - todos asintieron y el militar se fue hacia los vestidores.

No fue fácil pasar la seguridad a pesar de ser conocido por casi todo el personal al ser el prometido de la estrella del ballet. Pero ya dentro buscó el camerino de su novio, había mucha gente corriendo por todas partes y aprovechó el revuelo para pasar de seré percibido y colarse dentro. Yuri estaba sentado, ya completamente vestido y maquillado. En un diván acolchado del cual sobresalían sus zapatillas de ballet de la suerte, aquellas que el señor Nikolai le había comprado, y se balanceaba como si de un niño se tratase, entre sus manos tenía el encendedor de su abuelo, aquel que siempre llevaba consigo para recordarlo y jugueteaba con el abriéndolo y cerrándolo, a veces acercándo la llama a su piel sin mostrar dolor alguno a pesar de la zona enrojecida.

"Otra vez Yuri estaba en medio de una crisis psicótica"

*****

- Ya despertó - Leroy entró a su oficina justo cuando cerraba el computador - ¿Vas a seguir con esto? Sabes que soy tu amigo y siempre te voy a apoyar, pero estás yendo muy lejos con él... no creo que pueda aguantar más.

- Gracias por avisarme Jean - ignoró las palabras de su amigo y salió de su oficina siendo seguido muy de cerca por él que seguía insistiendo para hacerlo entrar en razón.

Experimento 27 [OtaYuri] (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora