Capítulo 6 parte 2

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Se vio nuevamente ante el espejo, esta vez tenía a Lilia ayudándole a entrar en el ajustado vestido que usaría para el baile, ella ajustaba el corset  con nula delicadeza para darle la silueta perfecta de una Prima Ballerina, Yuri estaba casi seguro que dejaría de respirar en medio de la presentación.

– La postura, Yuri – insistió la instructora por milésimas vez esa noche y el rubio levantó el mentón, llevó los hombros hacia atrás y contrajo los músculos abdominales al momento permitiendo así que los cordones se deslizaran un poco más para apretar la prenda; estaba seguro que ya se le había colapsado un pulmón – hazme sentir orgullosa, quiero ver la gracia y finura destilando de tus poros... Este es tu baile más importante... – ella le sonrió por el reflejo, wow, dos sonrisas con poco intervalo de tiempo. Lilia ató los cordones dejando ya lista su vestimenta.

– Haré mi mejor trabajo – le devolvió la sonrisa, quería darle las gracias ,pero ese maldito corset ya le había roto dos costillas, lo sabía.

La mujer deslizó sus dedos por el cabello del recién casado acomodando algunos mechones rubios. Yuri por primera vez sintió ese cariño maternal de su parte, sus ojos se humedecieron conmovido pero se obligó a respirar (hizo el amago, no pudo) para no arruinar su maquillaje, luego se puso un antifaz medio transparente de color violeta combinado con su traje.

– ¿Listo? – su momento sentimental se vio interrumpido por su esposo, entró vestido con un uniforme militar rojo y azul, nada parecido al que usaba para trabajar pero le hacía resaltar entre todos los invitados, con un antifaz parecido al que tenía pero de color azul.

Ambos se sonrieron con complicidad, Yuri casi corrió hacia él en sus preciosas zapatillas rosas, lo único que  estaría  presente de su abuelo, y se lanzó a sus brazos, el militar lo recibió con normalidad, ya había olvidado  esos arrebatos de su pequeño novio e hizo su corazón latir con fuerza al verlo tan sonriente y feliz.

– Sí, Beka, todo está listo – depositó un suave beso en sus labios que fue correspondido. El mayor tomó su mano y le dedicó una leve sonrisa cortés a la mujer que los veía con anhelo. Ella salió de la habitación del hotel rumbo al salón, en breve empezaría la danza.

Caminaron juntos por el pasillo, a paso lento, dedicándose miradas enamoradas cada que podían.

¿Beka estaría feliz también? ¿Era felíz junto a él? Varias preguntas parecidas inundaron su mente, pero se obligó a dejarlas atrás cuando su esposo besó sus rosados labios a puertas del salón. Se miraron a los ojos prometiéndose mil cosas con solo la mirada. La música, como marcha militar, empezó y las puertas se abrieron.

Yuri cerró los ojos, aspiró con fuerza dándose valor cuando el poco espacio de sus pulmones se llenó con el aroma varonil de Beka.

El ambiente estaba hermosamente decorado con telas negras, roja su azules; un enorme reloj de bolsillo colgaba oscilando del candelabro principal y lindos sombreros rojos  asimétrico servían de centro de mesa decorados con rosas rojas y blancas. Las servilletas simulaban naipes de corazones  y todo se complementaba con la escultura en hielo del jabberwocky, obviamente no podía faltar la enorme torta que se asemejaba al castillo de la reina blanca. Todo era perfecto.

Avanzaron unos pasos hasta llegar al centro donde la marcha paró, Otabek puso sus grandes manos al rededor de la cintura fina y bien demarcada del rubio y esté se puso de puntillas adoptando una posición elegante que sorprendió a muchos de los invitados.

Era hora.

Las suaves notas en el piano se dejaron escuchar, los pies del rubio se movieron con seguridad teniendo siempre como apoyo a su esposo, bailó al rededor de él y en algunas partes fue cargado con gracia paseándolo por el salón como si de una pista de patinaje se tratará, sus manos jugaron juntas en varias partes, en otras, la pierna del menor se enredaba en la cintura del militar y luego era levantada hasta quedar estirada en 180 grados. Se concentró en su amado, dejando de lado por primera vez en su vida la presión emocional de lucir perfecto para el público y prefirió danzar con él, no para él, en ese momento tenía la oportunidad de compartir con su esposo el ballet, lo más importante que tenía en su vida, pero no como un simple espectador. Su corazón se llenó de júbilo cuando este sonreía al verle ejecutar sus movimientos con soltura y delicadeza y sus ojos amenazaban con soltar pequeñas perlas al sentir sus manos pasear por su cuerpo con dulzura.

Experimento 27 [OtaYuri] (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora