Capítulo Siete

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Nunca había subido a una moto pero al estar sentada en una por primera vez me hacia querer gritar fuerte muy a pesar de estar aferrada al cuerpo de Ezra quien seguía acelerando por una calle cubierta de bosque hasta salir del límite territorial, y sabía que habíamos salido por el ligero tirón en el estómago; habíamos entrado en territorio humano.

Estuvimos recorriendo la carretera por lo que quizá fue una hora, hasta entrar a la ciudad, donde los edificios altos se extendían a ambos lados. Nunca se me había permitido salir de la zona territorial porque se necesitaba un permiso especial, aunque habían lobos que podían vivir libremente a veces con trabajos comunes pero necesitaban por decirlo así, pasar lista cada cierto tiempo. Recorrimos más de la mitad de la ciudad hasta que el aroma a dulces, y palomitas llego a mis fosas nasales.

—¿Dónde estamos? — pregunto fuerte para hacerme escuchar por encima del ruido de motor.

Ezra no responde pero al llegar comienza a frenar entrando en un estacionamiento y parando, se baja primero quitándose el casco y sacudiendo su cabello rebelde mientras me dedica una sonrisa.

—Sólo baja y sigueme.

Sigo su orden bajando de la moto y quitándome el casco dándoselo en la mano para luego peinar mi cabello en una coleta alta. Ezra junta los dos cascos y los pone encima del asiento para luego amarrarlos, en cuanto acaba toma mi mano haciendo que la sangre suba a mi mejillas al igual que una corriente de electricidad me recorre desde la punta de los dedos a cada parte de mi cuerpo. Tirando de mi me lleva a una taquilla donde compra dos boletos.

—¿La feria? — cuestiono cuando me doy cuenta de donde estaba.

—Pensé que te gustaría venir — responde a la vez que se encoje de hombros.

Y la verdad tenía razón, siempre había amado ir a aquel lugar con mis padres antes de que comenzaran a prepararme para lo de ser la pareja de Ezra, pero la pequeña feria del territorio de la manada no se parecía con este lugar con sus montañas rusas y la rueda de la fortuna.
En cuanto entramos no hicimos más que correr a casi todos los juegos, en vez de ser el futuro Alpha y su futura Luna, parecíamos más unos chicos que se fugaron de la escuela con la intención de divertirse mientras pudieran.

Estábamos en la fila para subir a la noria cuando me doy cuenta de un par de chicas castañas que susurraban y señalaban hacia donde nos encontrábamos, por un momento pensé que a quien señalaban era a mí pero luego me di cuenta de que era a Ezra a quien veían y quien estaba más entretenido viendo otra cosa. Olisqueo el aire notando que las dos eran humanas, no podía culparlas por ver a Ezra, técnicamente era el chico con el que todas podían soñar.

—¿Ya te diste cuenta como te miran? — le murmuro en voz baja atrayendo su atención.

—¿Quién? —Ezra frunce el ceño mientras sus ojos llegan a donde estaban las chicas—. ¿Ellas?

Asiento confirmando, Ezra sólo sonríe y levanta la mano para saludarlas haciendo que ellas suelten risitas nerviosas y saluden de vuelta haciendo que por un momento sintiera la necesidad de hacerles saber que Ezra era mío. Mi lado licántropo quería hacer eso, pero no en tenía el porqué, no éramos nada, ni amigos podíamos llegar. Respiro hondo tratando de calmarme y no hacer ninguna escena, en cuanto la fila avanzó lo tomo del brazo haciendo que avanzara hacia la canasta que se balanceaba ligeramente con la puerta abierta. Subo primero seguida por él, el chico que estaba vigilando quien subía y bajaba me ofrece una sonrisa coqueta en cuanto cierra la puerta. Sonrisa que yo le regreso de la misma forma.

—¿Eres así siempre? —pregunta en cuanto la canasta se mueve.

—¿Así cómo?

—¿Andas coqueteando con todos?

—Yo no me ando dando con cualquier persona que pase frente a mí como tú lo haces —respondo ofendida mientras nos movemos lentamente alejándonos del suelo.

Ambos nos mantuvimos callados mientras seguíamos elevándonos lentamente, nuevo mis pies con gesto ansioso. Sabía que debía disculparme, lo miro de reojo unos segundos y suspiro. Ya habíamos alcanzado casi el punto más alto de la rueda el cual era como mucho unos 30 metros de altura, quizá un poco más.

—Lo siento —murmuro lo suficientemente fuerte en el mismo momento en que Ezra decía:

—Perdoname.

Él hace una mueca y carraspea para seguir hablando:

—Últimamente no entiendo que me pasa.

—¿A que te refieres?

Mi pregunta se queda en el aire por unos segundos mientras metía mis manos en las bolsas de la chamarra. Ezra se pasa las manos por el cabello sacudiéndolo.

—Es como si me sintiera celoso de todo el mundo. No sé si es por la luna que se acerca o... —calla unos instantes indeciso—. No creo que me entiendas.

Aunque... Extrañamente le entendía, sabía que los celos en Alpha eran más intensos que en un licántropo normal. Y yo hace unos momentos experimente esos celos, aunque se que los suyos están magnificados al mil por ciento. Lo que no entendía era porque lo sentiría hacia mí, no somos pareja, sólo era una elegida para él. Pero las palabras salieron de mí sin que lo planeara.

—Te entiendo, claro que te entiendo.

El alza la mirada y me voltea a ver con sus ojos de zafiro, en ellos las luces del lugar brillaban como estrellas en el amplio cielo. Estábamos en la cima de la noria. Y la sensación de no poder controlarme hizo mella en mí haciendo que me acercara un poco hacia su cara haciendo que nuestras respiraciones se mezclaran. Mi corazón latía a mil por hora y esperaba que el no lo escuchara. Sin pensarlo un segundo, poso mis labios sobre los suyos en un beso corto, tímido e inseguro.

En cuanto me separo ya sentía mi rostro caliente por la vergüenza, y esperando una reprimenda o una expresion de asco pero todo eso fue reemplazado por sorpresa cuando sentí su mano tomar mi mentón y acercarse a mí para besarme. Los fuegos artificiales se encendieron en mi vientre mientras torpemente pasaba mi mano por su cuello a la vez que el me abrazaba a la cintura acercándome a él.
Deseaba que este instante se quedará así para siempre pero obviamente no era así y nuestro instante se acabó cuando se separo de mí y me da una sonrisa sincera y curiosa. Y por el vínculo aún no formado me lleva una sensación tan fuerte que hizo que me mareara.

Era una sensación de amor.

Fenrir.   EN ESPERA HASTA NUEVO AVISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora