Capítulo Once

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En cuanto regresamos a casa note que estábamos ante un nuevo umbral sin saber que hacer, a este punto mi cuerpo pedía el suyo, quería acostarme a su lado y sentir su calor y cercanía; sabía que el quería lo mismo pero no sabíamos como hacerlo, la noche anterior había sido por mi pesadilla y mi impulso. Tomada de su mano subimos los escalones hasta que quedamos entre la puerta de su cuarto y el mío.

El fue quien hizo la decisión tirando de mí y me mete en su cuarto, las paredes eran de un tono azul opaco, la cama estaba céntrica y con un mullido edredón gris, técnicamente era una habitación casi idéntica a la mía. Me sienta en su cama sintiendo como se hundía bajo mi peso.

—Tengo que ir por mi pijama, ¿sabes? —habloo nerviosa moviendo los pies adelante y hacia atrás.

El sonríe de lado y camina hacia su armario de donde saca una playera negra de manga larga y un short gris para acercarlos a mí.

—La playera ya me queda algo pequeña así que quizá te quede bien —habla y señala el baño.

Tomo la ropa en mis manos y camino hacia el baño mientras veía de reojo como se acercaba de nuevo al armario, en cuanto entro noto que era casi idéntico al mío. Me miro al espejo notando mis ojos brillantes y mis mejillas sonrojadas dándole color a mi piel pálida, sonrió sabiendo por quien era eso. Comienzo a quitarme la ropa para dejarla doblada encima del tocador y tomo la playera de Ezra, la cual, con sólo moverla liberó un aroma que inundo mis fosas nasales y nubló todos mis sentidos. Era el aroma de menta y bosque. Al ponérmela noto que me quedaba ligeramente grande al igual que el short. Cuando salgo lo veo acostado en la cama con un pantalón de franela a cuadros y una camisa azul.

—Te ves adorable —murmura al verme haciendo que me sonroje aún más.

Se levanta de la cama y se acerca a mí pasando sus brazos por mi cintura acercándome a él, paso mis brazos por su cuello a la vez que me pongo de puntas para alcanzar sus labios y besarlos. El me estrechándome aún más mientras me  devuelve el beso para separarse lentamente y juntar su frente con la mía.

—Realmente se siente cerca la luna.

Sabía porque lo decía, en la siguiente luna lo que ocurre es que los adolescentes tenían su primera transformación y las parejas consumaban la relación por marcando a su pareja, una decisión importante dado que sólo se podía hacer una vez pero entre una elegida y un Alpha era algo de conocimiento público. Todo el mundo lo sabría con sólo verme.

Empecé a sentir pánico.

—Para con lo que sea que estés pensando —me  ordena con voz firma separándose d mí.

—Lo siento.

Tira de mi mano y me acuesta en la cama del lado izquierdo casi con temor de romperme, la almohada al igual que su playera olía a él y tuve que reprimir el impulso de voltear la cara y aspirar profundo. Ezra se acuesta a mi lado inundándome con su calor y su presencia mientras pasaba su brazo por mi cuerpo abrazándome y dejaba que el sueño que rodeara.


Desperté desorientada al sentir una presencia que no era la de Ezra haciendo que me pusiera alerta y buscara con la mirada por todo el cuarto hasta dar con ella.

—Eres una alucinación —acuso aunque sonó más bien como pregunta.

—Soy tú pero a la vez no —habla con mi voz mientras ladea la cabeza.

—¿Qué es lo que quieres?

Ezra se remueve un poco a mi lado mientras yo lo miro preocupada por si despierta y ve a mi otro yo a tan sólo unos pasos de la cama.

—Necesitas saber la verdad de quién eres y el caos que eso pueda desatar.

Abro la boca para volver a preguntar pero ya no había nadie. Dejo caer la cabeza en la almohada sin entender que sucedía o porqué considerando un ligero fallo en mi cabeza que hacía que tuviera alucinaciones.


Lo que hizo que volviera a despertar fue el frío que me rodeaba, estiro la mano buscando alguna fuente de calor pero sin encontrar nada, levanto la cabeza abriendo los ojos cuando escucho el agua caer en el baño señalando su ubicación. Me siento en la cama y pongo un pie en el suelo para retirarlo rápido y gruñir.

—¿Estás haciendo pucheros?

Volteo lista para negarlo cuando las palabras se quedaron atoradas al ver a Ezra parado frente a mí con un pantalón de mezclilla, descalzo y el torso desnudo. Mis ojos recorren lentamente desde su rostro con el cabello húmedo, el abdomen marcado por mucho tiempo de ejercicio y las entradas en forma de V en sus caderas.

—No los estaba haciendo —respondo cuando logro salir de mi estupor—. El suelo esta frío.

—¿Y piensas quedarte en cama porque el suelo esta frío? —había un deje de diversión en su voz—. Puedo llevarte a tu cuarto en brazos si quieres.

No supe que me delató primero, si mis ojos abriéndose esperando ver eso o mi corazón que latió desbocado pero cualquiera que haya sido hizo que Ezra me tomara en brazos y me llevara a mi cuarto mientras él no paraba de sonreír.

—Te veo abajo —dice dejando un beso en mi frente para salir de mi cuarto.

Camino hacia mi armario sacando mi ropa interior y el conjunto que habían dejado listo para meterme a bañar bajo una lluvia helada que ayudó a despertarme por completo, cuando salgo ya vestida con mis jeans de mezclilla, los botines de tacón café, la blusa blanca y encima un suéter del mismo color tejido y grueso, la pijama improvisada la dejé en mi ropero con cuidado. Mientras bajaba por las escaleras noté mi mochila acomodada a un lado de la puerta de entrada, pasó a su lado llegando al comedor donde estaban ya sentados Alpha, Luna y Ezra, este último me sonríe mientras me siento a su lado. Frente a mí dejan un plato con un sándwich de queso fundido junto a un jugo de naranja.

—Tenemos un aviso —habla Alpha atrayendo mi atención—. Estaremos fuera un par de días pero primero iremos a ver a tus padres —me mira por unos segundos—. Después partiremos al norte a ver unos incidentes.

—Por si quieres venir con nosotros, querida —aclara Vali con una sonrisa —. Mi escolta te regresará a salvo.

Miro a Ezra dudosa mientras que el asiente y me transmite una sensación de decisión.

—Me gustaría mucho.


Rodeada por el ruido de la gente miro a Ezra quien comía tranquilo y frunzo el ceño.

—¿Estás seguro? —pregunto de nuevo.

—Vas a ir a ver a tú familia —pronuncia la misma respuesta que ha estado diciendo por lo últimos minutos—. Ya habrá tiempo para que los conozca pero no ahora, Fen.

Estábamos sentados en la cafetería bajo la mirada atenta de todos los que estaban en ella; Hela no había podido venir por lo que Ezra estaba tomando el papel de protector acompañándome a cada lado para evitar que estuviera sola y que Alistar no me atacara pero no podía evitar las miradas asesinas que me lanzaba de vez en cuando.

—¿Todo el mundo tiene que estar centrados en nuestra conversación? —le envió una sensación de molestia—. ¿No hay privacidad?

—No es eso, pequeña —habla Ezra—. Ellas quieren ser tú y ellos quieren intentar alejarte de mí.

Me recargo en el respaldo con los brazos cruzados y bufo expresando aún más mi molestia mientras el reía haciendo que todos nos vieran aún más. Sabía que esto sería así hasta que me marcara pero aún sabiendo mi posición no detenía al mundo con la frase que el había empleado: de chicas como Alistar queriendo hacer de todo por tener mi lugar y de chicos queriendo alejarme de él. Así que supuse que unos días en mi manada, con mis padres ayudaría a calmar mi creciente ansiedad por lo que acercaba, además de que necesitaba buscar respuestas y lo más probable es que mis padres tengan lo que busco.

Fenrir.   EN ESPERA HASTA NUEVO AVISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora