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UN INOCENTE JUEGO

La pelota que logró esquivar por los pelos, choca contra la pared tras de mí y provoca un estruendoso ruido que hace a Kenma subir los hombros y a Hinata pegarse a él, yo solo me rio antes de hacerme con ella para lanzársela de vuelta a Bokuto, quien grita antes de echar a correr. Voy tras de él, la pelota de color blanco, verde y roja quema en mis manos, se la debo lanzar y darle en la nuca sí o sí.

Cuando bajamos a la cocina, hace dos horas, el director y Lev ya estaban ahí, y ambos nos pidieron que fuéramos a la sala de ejercicio. Solo los demonios tomarían esta clase, pero pidió que los Señores estuvieran presentes, no sé para qué, pero mientras no está presente, nosotros hemos decidido comenzar a quemar un poco los músculos.

Bokuto y yo nos hemos lanzado la pelota como por una hora, tirándola con fuerza y al punto que ya me saco sangre cuando me ha dado en la cara y yo le he dejado tremenda marca rojiza en el brazo. Seguro eso le ha de arder, pero como yo sigo degustando la sangre, no pienso detenerme ahora.

Mi amigo pasa por detrás de Tsukishima, extiende una mano y su palma cocha con el trasero del rubio, haciendo que el choque suena en verdad doloroso. El primero se ríe a carcajadas, mientras que el segundo le ve con cara de odio, antes de voltear a verme de la misma manera. Dejo de correr, alzo ambas manos en muestra de paz, antes de ofrecerle la pelota.

— Sé que quieres. —le digo, moviendo la pelota de un lado a otro. Tsukishima chasquea los dientes antes de asir la pelota.

— Debería golpearte a ti primero. —su tono es bajo mientras lo dice, gira la pelota entre sus manos, observándome directamente a los ojos.

— ¿Oya? Si yo no he hecho nada. —desvío un poco la mirada encontrándome con Bokuto, él nos ve con el ceño fruncido y es más que obvio que quiere saber de lo que estamos hablando, lamentablemente para él está muy lejos para leer los labios. — Creo que él se lo merece más que yo.

— ¿En serio? Tú eres quien ha sacado esto de no sé dónde y se lo dio.

— Pues sí, pero él lo lanzó. —Tsukishima alza una ceja, niega con la cabeza y ve sobre el hombro, de seguro buscando a su galán. El bastardo sigue a una distancia prudente, pero su ceño fruncido se disuelve y una radiante sonrisa aparece; adora ser visto por Tsukki. — Míralo, está ahí con esa sonrisa de idiota. No me vas a negar que te dan ganas de golpearlo.

Lo escucho soltar un suspiro, pero es lo único que logro identificar, porque se da la vuelta en un parpadeo y al siguiente la pelota ya va a una increíble velocidad contra Bokuto, este logra quitarse por muy poco, pero no contamos con quien yacía detrás de él.

Sentado en las gradas, sus ojos fijos en un libro, Sugawara solo alza la mirada al escucharnos gritar. Doy un paso, necesito llegar a con él, incluso Bokuto extiende su mano para intentar frenar el golpe, pero es otra quien ha detenido la pelota a centímetros de golpear la cara de Suga. Tsukishima corre a con nuestro amigo, aunque ahora esté a salvo y no le haya pasado nada, él corre desesperado al peligris que parece seguir en shock.

Daichi voltea a verme, la pelota sigue en su mano y aunque suene increíble, me ve como si yo hubiera tenido la culpa. Me ve enojado, de hecho, parece estar conteniéndose las ganas de devolver el golpe. El sonido de pasos me hace voltear, Bokuto ve la escena de Tsukki y Suga, y parece feliz con ello, pero camina con recelo y eso es porque ahora está bajo la mirada del musculoso.

— Ese idiota no deja de verte. —le digo lo obvio y Bokuto pone los ojos en blanco.

— ¿Crees que no lo sé? Puedo sentir como me taladra la nuca. —niega con la cabeza, antes de pasarse las manos por el cabello. — ¿Le debemos una disculpa a Suga?

El Demonio PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora