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Llamen a Narnia, necesito una habitación

Los oscuros ojos azules me observan con un espectacular brillo, sus manos se aferran a mi cabello y mi cuerpo se encorva para llegar más profundo del que hace bajo de mí, su piel pálida ahora luce totalmente sonrojada y una ligera capa de sudor le cubre de manera lasciva. Bajo mi cabeza, acaricio mis labios con los suyos que lucen suaves y sensuales, le beso profundamente mientras le escucho gemir.

Pide tanto de mí con su cuerpo que no dudo en entregárselo, quiero que tenga todo de mí.

Quiero ser suyo.

Mi mano derecha se posa sobre mi pecho, se hunde con fuerza creándome un horrible dolor, pero aun así extraigo mi corazón palpitante. Sus ojos me observan con sorpresa, no duda en comenzar a llorar y beso su mejilla izquierda. "Tranquilo, esto es tuyo. Debes tenerlo."

Abro los ojos de golpe, el techo sin color ni luz me da la bienvenida de un sueño extraño que no logro recordar. Frunzo el ceño, llevo mi mano izquierda a mi frente y disfruto la frescura que este me ofrece, ¿dónde estoy? Volteo el rostro a mi izquierda, la cara de Bokuto dormida me recibe y sonrío de lado, creo que después de volver de aquel callejón no hicimos más que dormir. Eso está bien.

Me enderezo hasta quedar sentado, la sabana cae y me descubro sin camina ni pantalón, solo porto los bóxer negro, no me impresiona. Solo cuando duermo con Kenma uso ropas para dormir.

— ¿Has dormido bien? —la pregunta me hace voltear, Sugawara sonríe de lado antes de volver su atención al hombre que duerme con cara de pesar. Daichi.

— Sí, caso contrario a ti, por lo que veo. —me quito la pierna de Bokuto de encima, me levanto y camino hasta colocarme al lado de Suga, en su rostro pálido puede verse el claro cansancio, bajo sus ojos y en ellos de igual forma. — No has dormido nada, ¿verdad?

— No podía conciliar el sueño sabiendo que Daichi sufría.

— De nada ayuda que tú estés así, te lo aseguro.

— Pero...

— Nada de "pero", ve a descansar. —coloco mi mano sobre su cabello, agitándolo un poco y sus mejillas se sonrojan, maldición, mi amigo es un arma mortal de ternura. — Iré por comida, así que trata de despertar a Bokuto y Tsukki antes de dormir.

— Lo haré.

Camino con pereza hasta la puerta, asgo la perilla y volteo sobre mi hombro, me he olvidado de algo importante. ¿Dónde está Kageyama? Me alzo de hombros, giro el pomo y salgo al pasillo, paseo la mirada a ambos lados antes de dirigirme a las escaleras y bajar hasta la planta baja. Escucho voces provenientes de la cocina, reconozco la de Kenma y Kageyama, no dudo que las demás sean de los otros señores.

Al bajar el último escalón, doblo a la izquierda y me encuentro con los señores y Kageyama compartiendo un desayuno que verdaderamente huele bien. Bueno, supongo que lo de anoche les ha unido de sobre manera. Los oscuros ojos azules del demonio secundario me observan un momento, antes de que sus mejillas exploten en sonrojo y voltee a otro lado. Claro, no traigo puesto nada más que el bóxer, pero no debe de exagerar.

— Buenos días, Kenma. —le saludo caminando hasta él, a su lado un Hinata se encuentra con las mejillas llenas de comida. Parece un roedor. — ¿Cómo sigues? —pregunto, no porque me preocupe por él ni mucho menos, solo quiero saberlo porque... bueno, mis razones he de tener.

— Bien, el director me coloco una pomada. Es muy buena.

— Me da gusto.

— Disculpa. —veo sobre mi hombro, el señor de Daichi se acerca a mí con cierto nerviosismo y no dudo en darme la vuelta para no darle la espalda, seré un cabrón, pero tengo mis modales. — ¿Cómo se encuentra Daichi?

El Demonio PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora