Un par de risas se escucharon desde el salón de la casa hasta una de las habitaciones y en ellas una pareja que reía felizmente o al menos eso pensaba la gente que viera aquella estampa. El chico de ojos claros, pero mirada cansada, reía mientras que la chica, de melena corta y gris, los cuales antes solían ser rubios como el sol, estaba encima de él haciendo muecas extrañas que para cualquier otra persona sería raro de ver, pero para ellos dos, era suficiente.
Pero no siempre los buenos momentos duraban para siempre, aunque eso solo uno de ellos dos lo supiera de sobra. Una llamada telefónica hizo que el rubio dejara de reír y mirara algo disgustado en dirección al pasillo y suspirara ya que su móvil sonaba desde el salón, dónde lo había dejado anteriormente, y la chica se aparto dejando salir de la cama a su novio, que antes de irse dejo un beso en los labios de la rubia para marcharse a por su teléfono. La chica hizo una mueca y se tiro en la cama, cayendo en la tentación como era de costumbre, de comenzar a buscar a aquella chica por Instagram y como siempre solía pasar, esperaba un poco pensando si entrar o no en el perfil, pero siempre acababa entrando y suspirando mirando las fotos de la chica de pelo negro como el azabache y de mirada casi igual de oscura que su pelo.
Al otro lado de la casa, el chico escuchaba atentamente lo que le decían por el teléfono hablando en su idioma natal y chapurreando un poco en español, ya que había perdido algo de práctica en el alemán lo quisiera o no después de 17 años viviendo en España.
─Muy caro.─ Dijo el chico de forma seca y directa para que el hombre lo entendiera bien pero sin embargo este comenzaba a sonar más enfadado y estar enfadado en alemán no sonaba demasiado bonito.
Alba escuchó el grito de su novio mientras que hablaba por teléfono y soltó al aire prácticamente tirando su móvil, llevándose una mano al corazón del susto que se acababa de llevar. Salió de aquella red social y comenzó a andar en dirección al salón y el chico volvió a gritar algo en alemán y Alba rió al escucharlo.
─Du kannst mich mal!─Y aunque Alba no tuviera idea de alemán, sabía que su novio había mandado a alguien a tomar viento a alguien solo por ver la cara de molesto que tenía y la chica se acercó poniendo sus manos alrededor de los hombros del chico.
─¿Todo bien?─Preguntó y Tony asintió frotándose la sien con su mano derecha mientras que con la otra volvía a coger el móvil para mirar la hora.
Tony siempre había sido un chico muy atento y cariñoso con Alba, pero la chica sabía que había algo que iba mal entre ellos dos y por un parte sabía que era su culpa, porque aunque llevaran un año de relación, ella no podía entregarse al completo al chico por mucho que quisiera o intentara, porque su corazón ya le pertenecía a otra persona por mucho que le gustase o no. El rubio se levantó cogiendo su chaqueta vaquera y guardando su teléfono móvil en el bolsillo trasero mientras que comenzaba a andar hacía la habitación que ambos compartían y Alba se apoyó en el respaldo trasero del sofá cansada de la situación que les rodeaba y del ambiente que poblaba en la casa aunque siempre intentaran fingir estar bien, porque aunque lo intentaran, no lo estaban, pero a veces era mejor dejarlo todo pasar antes que enfrentarse a los verdaderos problemas que verdaderamente les rodeaban.
─Anthony.─Dijo Alba de manera cortante y el chico paró en seco sabiendo que había hecho algo mal porque Alba solo lo llamaba así cuando la había cagado.
─Alba no tengo tiempo para una discusión ahora mismo de verdad, te juro que te lo compensaré.
Y como era habitual el chico dejó un casto beso en los labios de la menor y salió casi corriendo de casa a saber dónde. Alba se pasó una mano por la cabeza y por su mente se le pasó que lo mas seguro era que el chico la estuviera engañando con otra persona dado al tiempo que pasaba fuera de casa desde que se habían mudado a Madrid a mitad del verano y Alba no podía hacer nada para remediarlo porque ella lo había estado engañando a él durante todo aquel año de relación, pero no de una manera física sino de una mental, porque por mucho tiempo que pasara, nada ni nadie podría igualarse a ella.
Anthony Schulz era un estudiante de medicina igual de sencillos que otros pero con la única diferencia de que su padre era el director del Hospital de Orense, la cuidad natal de su novia y dónde la conoció debido a que la chica pasaba mas tiempo dentro de las habitaciones de aquel hospital que de su propia casa. Al principio no había sido fácil para el chico entablar una conversación con la rubia ya que se pasaba la mayoría del tiempo sentada en los asientos de espera de familiares que estaban frente a la habitación 243 mirando su teléfono o dibujando cosas en su cuaderno, pero aquello al chico le pareció todo un misterio y siempre buscaba alguna escusa para pedirle a su padre que le dejara ayudar en la tercera planta del hospital y sobretodo en la zona de cuidados intensivos para niños pequeños. Y así de tanto saludarse todos los días, el chico consiguió llevarse un dato nuevo de la chica durante dos meses, como que por ejemplo estudiaba Bellas Artes en Madrid pero que debido a una serie de problemas tuvo que pedir el traslado a Orense, que odiaba la playa y que no le gustaba el deporte. Y así fue como después de un tiempo, el rubio y Alba comenzaron a salir.
La chica se dirigió a la cocina cansada y cogió un vaso de agua mirándolo como si este fuera algún tipo de objecto animado y le pudiera dar una respuesta, porque realmente la necesitaba. Mañana empezaba su vida universitaria en Madrid de nuevo y aunque estuviera contenta porque eso significaba que tendría que ver menos a su novio, sabía que posiblemente tenía la posibilidad de verla en las clases, ya que compartían carrera y estaban en la misma Universidad, y todo eso para ella iba a ser un explosión de emociones que le asustaba porque le temía a la realidad, así era la mayor de los Hiráldez, un huracán en todo su esplendor y la rubia sonrió de manera triste recordando los mil versos de poesía que la morena le había escrito diciéndole que siempre le había temido a los huracanes porque no eran mas que destrucción pero que ella había sido un huracán totalmente distinto, pero la realidad era distinta para Alba, porque la chica sabía que había sido un huracán repleto de tragedias para todo el mundo que estaba cerca o lo había estado de ella. Incluso para su hermano pequeño.
Luis había sido el niño mimado de todo el mundo de la familia cuando nació, y aunque al principio Alba se sintiera amenazada porque aquel nuevo individuo de apenas una semana y media estaba empezando a quitarle el puesto de centro de atención, acabo siendo su rayo de sol en los peores días. La familia de los Hiráldez se caracterizaba por ser muy grande y aparte de ser gigante, era famosa por trabajar desde el comienzo en la industria agrícola, sobretodo centrándose en los cereales y aunque a toda la familia hubiese preferido que ella hubiera seguido con el negocio familiar, ese tipo de cosas no iban en absoluto con ella.
Pero la felicidad para la rubia se vio frenada cuando se enteró que su hermano pequeño había sufrido un accidente de tráfico mientras que su abuelo lo llevaba a las afueras de la cuidad para poder ir al campo, porque a diferencia de ella, su hermano amaba el campo y aprender cosas del mundo agrícola y ganadero con la ayuda de su abuelo, pero un golpe de mala suerte hizo que su abuelo tomara mal una de las curvas, haciendo que el coche volcase y que para su desgracia, fuera la parte trasera del coche quien se llevara la peor parte de aquel accidente, y si toda aquella situación ya era una puta mierda para ella, contarle todo eso a la morena sabiendo todo lo que ella estaba pasando, para la rubia no era buena idea, así que con una única despedida y probablemente el te quiero mas amargos de todos los que habían tenido, se marchó sin explicaciones, dejando a la morena destrozada, dejándolas a ambas destrozadas.
─Por gilipollas la has perdido.─Se dijo en voz baja volviendo a mirar al baso y lo llenó de agua bebiéndolo en un instante como si fuera un trago de anís y dejando que aquel simple líquido quemara su garganta, pero mas que el líquido, eran los recuerdos que agolpaban en su mente.
Acabó sentada en una esquina del sofá mientras que miraba programas de televisión sin interés alguno y cerró los ojos pensando que hiciera lo que hiciera no iba a parar de cagarla pero al menos siempre podría recordar que aunque lo mejor que se le diera fuera eso, moriría feliz sabiendo que al menos había encontrado al amor de su vida aunque lo hubiese abandonado como si fuera un simple amor de verano o de una noche de pasión. Y la chica se sentía la peor persona del mundo cuando su novio le mostraba cualquier tipo de gesto de cariño, porque aunque ella lo quisiera y estuviera feliz de haberle dado una oportunidad de nuevo al amor aunque hubiera esta vez hubiera sido mas forzada que las anteriores, había ramas del pasado que no podía arreglarse tan fácilmente como a ella le gustarían.
O simplemente, nunca podrían llegar a arreglarse, porque como cualquier ser humano, Alba vivía con miedo de afrontar sus propios errores y acabar con ellos, porque estaba cansada de cagarla todo el rato y por una vez en su vida, quería dejar a la morena ser feliz.

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broken roots.
Teen FictionDoce chicos con historias pasadas y futuras en común y con algunas otras totalmente paralelas, viviendo un presente e intentando arreglar las ramas rotas del pasado y otras muchas que encontraran en un futuro más cercano de lo que creen. Pero las am...