Epílogo

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-Ven acá esclavo mío, no te retrases.

-¿Porqué? La pasamos mejor en el rellano del pasillo.

Ana rió cuando la abrazó por detrás y comenzó a llenar de besos su cuello, era maravilloso estar enamorada y además de eso saber que el hombre que correspondía su amor se dedicaba total y absolutamente a ella.

-Basta ya, por poco te bajo los pantalones ahí, recibirás un castigo cuando volvamos.

-Nada me gustaría más, preciosa.

-¿Cómo me has llamado?

-Mi señora, mi ama, mi corazón -le dio un beso en la mejilla antes de apartarse. -Además te había dicho ya que no necesitabas volver por tus cosas, todo lo que necesites puedo conseguirlo.

-Lo sé Christian, pero ya te dije que no -se cruzó de brazos y alzó una ceja. -¿Y qué se hace cuando una ama dice que no?

-Lo que ella ordene -la tomó de la cintura para pegarla a su cuerpo. -Ahora démonos prisa porque vamos a ir a cenar al restaurante italiano que sé que es tu favorito y luego tenemos que ir a ver esa función al teatro que querías ver.

-¡Conseguiste boletos! Pero estaban agotados.

-Unas cuantas llamadas y mi tarjeta de crédito bastaron -le guiñó el ojo. -Fila tres, al centro, lo mejor que pude conseguir.

-Eso merece una recompensa sin duda -dejó un beso en su barbilla antes de empujarlo al pequeño espacio que había entre la puerta del departamento y una planta alta que adornaba el rellano, no había nadie a la vista y lo palpó por encima de los pantalones, como siempre estaba listo para ella. -Pareces muy feliz por eso.

-Yo siempre estoy feliz y dispuesto -apretó los dientes cuando Ana abrió el botón de sus pantalones y comenzó a bajar el cierre mientras se arrodillaba. -Oye, Kate puede llegar...

-Entonces date prisa -liberó su miembro y tomándolo en su mano lamió de la punta a la base haciéndolo rechinar los dientes, luego lo metió en su boca, Christian echó las caderas hacia adelante y ella se separó. -Quieto ahí o me detengo.

-Sí señora.

-Así me gusta -le sonrió antes de volver a lo suyo.

Él la amaba, no solo por lo maravilloso que le hacía a su cuerpo ahora mismo, sino porque lo había cautivado, ella era lo que necesitaba para llenar ese espacio en blanco que tenía en su vida, por eso luego de la obra de teatro la llevaría a andar por un tranquilo parque y en el momento preciso pondría una rodilla en el suelo y le pediría que se casara con él, la idea lo arrojó al borde y se dejó llevar por el orgasmo, Ana se puso de pie relamiéndose los labios traviesamente, la atrajo por el cuello para besarla mientras se acomodaba la ropa.

-Has sido un buen esclavo, quizá luego que estemos en casa te deje tomar las riendas un rato.

-Si eso desea mi señora -acarició cariñosamente su rostro. -Andemos entonces, démonos prisa.

El departamento parecía estar solo así que encendió la luz de la salita para encaminarse a su habitación, al abrir la puerta dejó salir un grito y Christian corrió a su lado de inmediato.

-¿Qué pasa?

-¡Kate maldita sea! -se cubrió los ojos y gruñó. -¿En mi cama, en serio?

Christian soltó una carcajada mientras Elliot y Kate se desmontaban uno del otro y se cubrían con las mantas, él parecía culpable pero la chica rubia resopló.

-¿Sin tocar la puerta Ana, en serio?

-Ah no, no intentes hacerte la víctima aquí -entró en la desordenada habitación y meneó la cabeza. -¿Elliot?

-Hola Annie.

-No me llames así -resopló. -No sé si estés enterado, pero también hay una cama en su habitación.

-Eh sí sobre eso -él miró de reojo a su hermano. -Justo ahí estábamos hace poco pero bueno, los accidentes realmente pasan.

-¿Qué clase de accidentes?

-Rompimos la cama ¿sí? -Kate puso los ojos en blanco. -Era vieja y no resistió tanto movimiento.

-Hay sofás en la sala -replicó Ana que fue a su armario para sacar una maleta que abrió ahí sobre la cama. -Pues bien, quédensela si quieren, solo me llevaré esto y nos vamos.

-¿Te vas, con él? 

-Sí, voy a mudarme con Christian -le sonrió y luego miró a Elliot. -Nada de esto habría sido posible sin ti, a pesar de que fuiste un imbécil, gracias.

-No es nada -seguía carraspeando mirando a Christian. -Eh, felicidades chicos.

-Gracias Lelliot -estiró el brazo para palmearle la despeinada cabellera. -Y entonces, ¿tú y Kate, verdad?

-Um, sí, salimos desde... anoche -la miró. -¿Cierto?

-Pues claro -ella miraba a su amiga. -¿Estamos bien Ana?

-Claro que sí -dejó de meter ropa y fue por un costado para abrazarla. -O sea es un imbécil pero si hay alguien que puede llevarlo por el buen camino eres tú, así que adelante, tiene  mi bendición, y mi cama.

-Gracias, supongo que ahora que te vas tendremos más espacio para nosotros.

-Genial -Elliot asintió.

-Bien, pues sigan en lo suyo -Ana terminó de apilar su ropa y metió unos cuantos libros. -Ya vendremos por el resto luego.

-Lo empacaré por ti, lo prometo.

-Lo agradezco, ahora nos vamos -alzó ambos pulgares. -Sigan en lo suyo, Elliot ponte otro condón.

Cerraron la puerta al salir y escucharon las risas mientras Christian arrastraba la maleta escaleras abajo.

-Creo que se complementan bien, es un buen augurio -dijo él.

-¿Y lo nuestro también?

-No, lo nuestro es mejor -le pasó un brazo por la cintura. -Porque tú vienes a llenar el espacio en blanco que faltaba en mi vida.

-¿Y cómo se supone que haré eso?

-Ya lo descubrirás más tarde, solo espero que digas que sí.

-¿Sí a qué?

Él la besó y no respondió, mientras bajaba se dio cuenta que al fin se sentía como un hombre completo.



Relato |Blank space| ChristasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora