IX

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Capítulo dedicado a : Lilsupax






La puerta era golpeteada con una feroz intensidad, con una inquientante angustia y un tormentoso pesar

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La puerta era golpeteada con una feroz intensidad, con una inquientante angustia y un tormentoso pesar.

La entrada del acogedor hogar vibraba como las capas tectónicas de la tierra en un feroz sismo, pareciese  que a causa del inacabable martilleo la puerta estuviese sometida a una elasticidad impropia. Phoebe lloraba como ya estaba acostumbrada a hacer, las lágrimas eran como un tóxico ácido al incrustarse en la piel, ardían al movilizarse por las ruborizadas mejillas, y sofocaban tras si un atosigado cuello, el oxígeno cada vez era más escaso en sus pulmones, se estaba ahogando en un gran océano lleno de gotas de dolor derramadas.

Benedikt sintió su corazón caer hasta sus pies ¿Quién amendrantaría la herradura con tan sublime insistencia?

—¡No abras la puerta, te lo suplico!— rogó arrodillada acompañada de grandes lágrimas cubriendo sus espesas pestañas y decorando sus cansadas facciones.

—Puede ser alguien que busque ayuda,—pensó con inocencia, ignorando el hecho de que vivían en una sociedad tan putrefacta como los degollados cuerpos tirados a un lado del bosque.

—¿Y que tal si es él? —claudicó con melancolía corriendo a esconderse detrás de un ceibo maltratado por el transcurso del tiempo.

—Solo hay una manera de descubrir quién podría ser—comentó mirando de reojo la puerta en constante movimiento a causa del golpeteo—y es abriendo la maldita puerta.

Caminó con cierto temor en sus adentros sin imaginar la inesperada situación que observaría, a veces las personas toman decisiones guiadas por incentivos, sin percatarse de las sangrientas consecuencias que sus acciones podrían acarrear. Sin pensar que pasaría después.

Al igual que una tormenta llena de polvo gris atravesando un día soleado, dos severas interrogantes surgieron de la nada, ¿Se desangraría hasta morir o fallecería en el acto?

Un silencio sepulcral se formó cuando Benedikt decidió entreabrir el pórtico de la insegura cabaña, dejando pasar tras si un huracán lleno de violencia y corazones desgarrados.

Era el fin de una felicidad que ni siquiera había comenzado.

El fin de una vida que nunca fue vivida.

Una dulce flor amarilla deslumbró a pesar de los obstáculos, a pesar de la escasez de riego y de sol ¿Cómo fue esto posible? Nadie creía en ella, nadie le daba  esperanzas de vivir. Pero un día, una pequeña niña lloró tan fuerte y con tanta tristeza que la flor pudo abastecer su sed. Al día siguiente, la niña del día anterior volvió al mismo lugar otra vez. Pero ahora con una alegría descomunal, a la flor no le hizo falta otra energía más que su sonrisa, ya que ésta era mucho más brillante que el mismísimo sol. Creció mucho más alto que sus compañeras, muchas de ellas llenas de tirria y rencor se afianzaban de su tallo para ser tan grande como ella, aunque con anterioridad se burlasen de su valentía.

Vínculo Sangriento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora