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Sentía miedo.



Ella no sabía cómo actuar ni que responder, si antes estaba ensimismada en el temor ahora aquella situación era caótica, sus piernas empezaron a flaquear y sentía que en cualquier momento cederían, sentía que sus pequeñas extremidades la traicionarían y la harían caer al gran abismo que  inevitablemente le esperaba.

Ser como él, eso le había propuesto.

La abrasadora melancolía arropó su diminuto cuerpo, creyó por efímeros segundos que aquel voraz hombre había sentido compasión por ella y el hijo que en su vientre florecía, en su mente hubo un fugaz pensamiento de arrepentimiento por su parte.

Su cuerpo se paralizó ante la pronunciación de aquellas terribles palabras ¿Qué debía hacer, aferrarse a la miserable vida que le esperaba o morir de dolor? En su mente aún existía el ridículo pensamiento que Markus la tomaría en brazos y le dedicase bonitas palabras de disculpas, ella deseaba que todo fuese una pesadilla más del montón, esperaba no haber despertado una terrible sed de sangre.

¿Qué significaba ser cómo el?

Phoebe Lancaster no tenía ni la más pequeña idea del atormentado hombre que dormía junto a ella, no sabía la historia del chico que la abrazaba de forma posesiva cada amenecer.

Phoebe dormía junto a un total desconocido.

—¿A qué te refieres?—fue capaz de replicar aunque en su interior estuviese repleta de  temor—, ¿A qué se refiere ser cómo tú Markus?—inquirió con su débil voz entrecortada de tanto llorar.

Y es que, ¿Cuál es el significado de Markus Strauffellz?

Solo hay una palabra para definirle: muerte.

Él era la oscuridad en medio de una resplandeciente luz, tarde o temprano todo acabaría convirtiéndose a su favor, la luz se esfumaría. Él significaba dolor al asesinar sin piedad a centenares de personas y al dejar a familiares llorando por gélidas lápidas, sufriendo por sus desdichadas vidas.

Para Phoebe él era el ángel que le había rescatado de aquel averno, aquel ángel que llenaría su vida de lágrimas de felicidad, y excelentes recuerdos.

Para ella, Markus era un ángel.

Pero el diablo también lo es.

Los ojos de aquella chica que un día fue risueña empezaban a mostrar una tristeza avasalladora y aún nada había comenzado, no tenía una pequeña idea del martirio que caería sobre sus pies ni mucho menos como salir de ello.

¿Debía permanecer al lado de un hombre que la obliga a ser otra persona o, dejarse llevar y morir?

La segunda opción parecía la más coherente. Ella debía dejarse caer, a veces rendirse no significa perder la batalla sino tener la suficiente inteligencia para saber cuándo salir de un problema. Huir era la solución pero, ¿Cómo lo haría?

Vínculo Sangriento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora