ℂ𝕙𝕒𝕡𝕥𝕖𝕣 𝕀𝕍

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𝖂𝖆𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌 𝖆𝖓𝖉 𝖕𝖚𝖕𝖕𝖎𝖊𝖘

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Su viaje no duró mucho, fue casi instantáneo, tanto que no se dio cuenta en qué momento terminó besando el suelo de la oficina de Dumbledore.

Con dificultad, Enya comenzó a toser fuerte y repetidamente, sacando todo el hollín de su boca y garganta. Frente a sus ojos una mano con arrugas y manchas debido a la edad le tendía un vaso de agua. Gustosa lo aceptó, dejando que el frío líquido se deslizara por su garganta seca.

—Para la próxima, tal vez sea preferible mantener la boca cerrada pequeña Bermuth— la voz del director tenía una pizca de burla en ella, la oji-flama bufó y se levantó para admirar la ardiente chimenea que se encontraba tras suyo. «Funcionó».

—Buenos días, profesor Dumbledore— dijo con una cálida sonrisa, intentando no hacer contacto visual para no tener que hablar de lo que sea que el director quería hablar. Así que fijó su vista en el escritorio del director, y vio que se encontraba una pequeña lengua de fuego que flotaba sobre un pequeño candelabro de plata, con inscripciones que parecían ser en latín. «Han pasado dos años desde que la hice y no se ve como si fuese a apagarse pronto».

—Has mejorado mucho desde la última vez... No me sorprendería que ya puedas darle forma a tu magia— Dumbledore regresó a su escritorio y levantó tres maravillosas plumas escarlatas con franjas negras, logrando llamar la atención de la joven—. Fawkes no se encuentra ahora Enya, está haciendo un encargo, pero él mismo me entregó las plumas para que te las diera— Enya sonrió agradecida y las tomó con cuidado.

Un silencio incómodo se formó en el despacho, o así lo sentía la pelinegra. Nerviosa, optó por ser ella la que empezaría la conversación.

— ¿D-de qué quería hablar profesor?

—Oh, cierto—la pregunta lo tomó por sorpresa, estaba divagando por su compleja mente—. Me han informado que usted tiene una facilidad para adentrarse en el castillo durante la noche...— Enya se tensó, no quería que la echaran de Hogwarts.

—Sé que rompí mi promesa, pero en mi defensa no estamos en épocas de clases y, además, era solo el profesor Snape, no sé qué hace en el castillo un mes antes de que comience el año escolar— le interrumpió la oji-flama desesperada por no ser alejada de un lugar tan asombroso como los terrenos del colegio, sobre todo el Bosque Prohibido.

—No estoy pidiendo explicaciones, señorita Edevane. Quería pedirle un favor.

— ¿Un favor? — su entrecejo se frunció, no entendía que estaba pasando.

—Necesito que cuide de Fluffy.

—Pero eso ya lo hago, señor.

—Le pedí a Hagrid que me prestara su cancerbero, y estará en un salón del tercer piso— la pelinegra todavía no entendía a qué iba todo esto—. Y por lo que se me ha contado, usted tiene contactos por todo el castillo y es por eso por lo que es capaz de adentrarse sin ser vista por personas que usted no quiere— seguía sin entender—. Quiero que se escabulla durante todas las noches del periodo escolar para alimentar y asear a Fluffy, sabe perfectamente lo que pasará si es vista por algún alumno o el celador, ¿Verdad?

—Ah~... Sí, sí entiendo— «la mitad»—, no hay problema, yo me encargo.

—Entonces, — el hombre de gran barba tomó la pequeña carta que se encontraba junto a la pequeña llama, la misma que Enya le había enviado— creo que debería felicitarla por su logró. Es realmente alentador ver cómo progresa con el control de su magia, considerando que no tiene un tutor que la guíe.

The Runes Of Life & Fire [Golden Trio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora