''Una Pieza Más...''[SoraMafu]

°Decepción y frío°(#6)

''Una completa injusticia''

Me acerqué ante las miradas atónitas de mis dos acompañantes, como si hubieran visto algo de increíble terror, intentando apartar la mirada pero la sorpresa había inmovilizado sus extremidades.

Eché un vistazo, siendo yo absolutamente inexperto en conocimientos médicos creo, podía entender.

«Poca dificultad al cambiarme»

«Dormir bien»

«Salir sin miedo»

Todas, todas y más ideas se desmoronaron como si se tratara de una torre de cartas, justo en el instante en el que los datos de la pantalla fueron entendidos por mis ojos ya apagados.

Moví los labios intentando entonar alguna palabra, mas nada salía de mi boca. Desvíe la mirada hacía la rubia, pero sus amables ojos rojos solo tornaron lástima, ahí perdí más la esperanza, se drenó como agua sucia, junto a mi estabilidad.

-Mafu- no quería escuchar...

-P-pues...- no quería...

«¡¡¡No lo digas!!!»

No quiero aceptarlo…

-No se puede...Si se realiza...La dorsal saldría lastimada, e-es peligroso...- ouch...

Si no hubieran cometido aquel error.
Si me hubieran puesto estas cosas como a cada uno…Y si ese factor no fuera vital, yo pude haberme liberado de esto.

Mis pies se movieron por si solos, salí de la habitación, y por mis apresurados movimientos la manta que cubría mi desgracia cayó.

Escuchaba que las piezas se movían por los bruscos pasos de mi escape, y por esto mismo de a pocos se iban abriendo más, hasta que nuevamente se viera su inmenso tamaño, y sus partes finales rechinaran contra el suelo.

Las personas me miraban, mientras dejaba atrás ojos de confusión, otros se posaban justo después.

Extrañados, sorprendidos, irritados, lastimeros, no podía acostumbrarme a tantas reacciones que no comprendía, no podía.

No sabía sobre el camino hacia la salida sin utilizar el ascensor, sólo bajé diversas escaleras con prisas, encontrando una puerta en conexión con el exterior.

Tropecé justo un paso luego de pasar por la puerta, algunas gotas se apoderaban de mi rostro confundiendome en si eran lágrimas o sudor. Voltee hacia arriba y pacientes me tenían rodeado (se veían extrañamente más interesados que los de la calle) yo me dedicaba a perderme en mi túnel infinito de estrés, y observar algunas de sus incomprensibles reacciones.

-¡Niño, casi golpeas a mi hija con tu disfraz!- gritó una adulta- ¡Ten cuidado!- frunció el ceño.

-N-no...yo...

-Cariño- una enfermera- ven, te ayudaré a quitarlas- y sonrió.

Pero, esa sonrisa, esa expresión, era tan falsa y reflejaba tanta amabilidad como el hombre que me inyectó la primera dosis de mi vida.

''No pasará nada'' dijo, y años después así terminé.

Veía el perfil de la enfermera, luego cambiaba a la sonrisa del hombre, y luego nuevamente la chica.

«¡Es suficiente!»

-¡No puedes!- grité, permitiendo que el impulso de furia y miedo desgarrara el interior de mi garganta.

Y así emprendí mi fuga nuevamente, chochando y recibiendo miradas y quejas de la gente.

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