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Capítulo l

Irina.

Me encuentro llena de dolor, y la ira carcome mi alma; mi vida tal y como la conocía se terminó, nada volverá a ser como antes, mi corazón destrozado sangra y escoce mi alma no creo en el amor ya nunca más.

Hoy subiré al altar al compás de  una marcha fúnebre cerré los ojos como un cordero que sabe será llevado directo al matadero, a diferencia de él, yo voy por voluntad propia.

El amor de mi vida muerto y enterrado, su familia me culpa de tal hecho, no he dejado de llorar su muerte.

Todo fue tan rápido, la boda... la maldita boda se realizó en un tiempo que no sentí pasar, sumergida en la oscuridad y en tal aturdimiento que no me permitió darme cuenta del paso del tiempo. Nunca imaginé que solo un mes bastaría para cambiar mi vida, 30 días en las cuales nuestras madres se comprometieron en cuerpo y alma para detallar los últimos detalles y que todo estuviera perfecto.  

Y ahora yo tendré que  sonreír y caminar lentamente con la marcha nupcial imaginando que mi amor verdadero me espera en el altar, mis lágrimas serán  de felicidad ante los ojos de los demás, mi torpeza y falta de ánimo serán atribuida a los nervios del momento.

Caminar con paso firme frente todos los invitados y al ver a mi futuro esposo fingir una sonrisa.

Todo esto con el propósito de cambiar el futuro de mi familia, la ruina total de mis padres.

Frente a mi madre seré la novia más enamorada de la tierra, la mujer que entregará su vida al hombre que ama, invocaré tus recuerdos mi amor, serás tú el que me espera en el altar será tu familia y nuestros amigos quienes los acompañan y tal y como lo planeamos desde niños. Todas esas promesas que nos dijimos y el anillo de fantasía que me entregaste bajo aquel árbol donde sellamos el pacto entregando nuestros cuerpos... entrelazando nuestras almas.

—¿Estás lista? -mi madre, hermosa en un vestido negro elegante con un hermoso escote discreto en frente me sonríe con amor, veo por última vez el reflejo en el espejo; el vestido blanco se pega a mis curvas mi cabello está recogido en un apretado moño, es lo único que puedo notar, para mí es un vestido como cualquier otro, un disfraz para una fiesta de día de muertos... si soy una muerta viviente.

-¿Estás nerviosa? - veo por el espejo como mi madre arruga su frente

—¿Todavía estás a tiempo de...?

—Madre, estoy nerviosa, una no se casa a todos los días -no le permití que terminara la frase por miedo a tomarle la palabra, que mi yo cobarde saliera a flote de lo más profundo de mi ser y me arrastrara con ella lejos de aquí.

¡No! Se lo debo a mis padres, ellos dieron todo por mí, ahora me toca ver por ellos

—Yo creo que la que está más nerviosa eres tú Roberta -le dije señalando con mi dedo acusador

—A que si  madre - ella arrugó sus labios en un puchero —no llores Roberta, es un día especial, además es de mala suerte llorar en las bodas. Y más si es de tu única hija

—No diario se casa mi única hija -dice sacando un pañuelo color marfil de su pecho.

—En serio Roberta debes de dejar de hacer eso, no se ve bien que te estés hurgando los pechos delante de todos -le llame la atención para distraerla y cambiar el ambiente. Mi madre es muy astuta y observadora, sé que si se le permite meditar el tema no saldré de este lugar casada.

Un vestido como muchos otros, largo y  blanco, no importa no lo escogí yo, el altar lleno de flores y decoraciones de más tampoco lo escogí yo. Camino con un ramo de flores entre mis manos, mis familiares me sonríen y murmuran halagos hacia mi persona yo sólo pienso que no debería estar aquí, no con él, no de esta forma.

Aunque ya no importa al terminar todo esto sería una mujer casada con un apellido importante y con el dinero suficiente para sacar a mi familia de la ruina, tampoco importa el hueco que hay en mi corazón, él se fue, un terrible accidente me lo arrebató de las manos y de mi vida.

Aquella noche, cuando todos deberíamos estar dormidos, yo iba llegando de mi cita con mi amor, de hurtadillas camine por el pasillo que por momentos me parecía interminable.

Una conversación proveniente del cuarto de mis padres llamó mi atención, él tono preocupado de mi madre hizo que me pegará a su puerta y me quedara él tiempo suficiente para darme cuenta de la terrible situación por la que estábamos pasando y yo tan metida en mis asuntos nunca me había percatado de lo que ocurría a mi alrededor.

Mi madre estaba vendiendo las joyas de la familia para pagar las facturas de mi colegio, no sabía que estábamos atrasados con los pagos.

Planeaban deshacerse de nuestras propiedades, la hacienda que tanto amaba y en donde trabajaba mi amor y su familia.

No importaba, encontraríamos la manera de salir de esta crisis, a mis padres nunca les importó mucho los lujos, sabía de antemano que lo importante para ellos era estar juntos como familia.

Yo les ayudaría, trabajaría en lo que fuera necesario para ayudar en la casa, era lo único que podría hacer por ellos. Y tal vez con nuestra nueva etapa mis padres verían con mejor ojos mi relación con él hijo del capataz.

Con esa idea en mi cabeza me fui a dormir, nunca imaginé que después de cuatro meses las cosas se volvieran tan turbias, los problemas crecían como una bola de nieve, mis padres que nunca se separaban ahora no se dirigían la palabra sin discutir por algún motivo.

Fue entonces cuando Stefan llegó, lo conocía desde niños, él era el hijo del socio de mi padre. Juntos llevaban de la mano la empresa que antes de mi padre fue de mi abuelo.

Stefano y yo coincidimos en cada cena o evento relacionado con el trabajo, me caía bien, se portaba caballeroso y amable conmigo. Se convirtió en mi confidente cuando le conté sobre los problemas en casa, entendió y dio palabras de ánimo cuando se enteró de mi romance.

¡Bienvenida seas!
Mil gracias por leer.
Veamos qué tal nos va con esta historia
Con mucho cariño
Anny 💋

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