Maia se removía incomoda en su cama. Ella es una chica común. Asiste a fiestas, estudia -lo intenta- Sale con chicos...
Pero hay una sola cosa que nunca probó.
Leer.
Es normal, no todo el mundo -sobre todo los adolescentes- suelen prestar atención a los libros. Prefieren los celulares y las cosas que brillan.
Y no, no digo que este mal el no leer. Para gustos colores, gente.
Aun así, sentía cierta curiosidad. En realidad no tanta.
Giro hacia un lado, su cama siempre fue tan cómoda. Al igual que su almohada, la cual subía y bajaba, como si alguien res-
Alto. ¿Subía y bajaba?
Algo la sostenía fuertemente de la cintura, dos.. cosas, fuertes y musculosas.
¿Una serpiente?
Se removió, intentando que eso la soltara. Como respuesta, escucho un gruñido. Una queja. Y luego la presión desapareció. Sus ojos comenzaron a abrirse con lentitud, temiendo que si los abría, se encontraría con algún tipo de monstruo. Algo parecido a los creepypastas.
Se valiente, Maia. Sea lo que sea, lo golpeare con una lámpara. O quizás con mi Nokia.
Finalmente, los abrió. Estaba todo oscuro, pero la luz de la luna que entraba por la ventana iluminaba un poco a la figura que estaba a su lado. La pintura de la pared estaba vieja, había olor a cigarrillo -¿O era a otra cosa?-
Un segundo. Esta no es mi habitación. A menos que mi mamá haya remodelado a noche. Por lo tanto, debería decirle que tiene un gusto pésimo.
Escucho un ronquido, y cuando giro su cabeza inmediatamente se tapo la boca. Había un tipo a su lado, durmiendo tranquilamente. Era musculoso y tenía los brazos llenos de tatuajes. El pelo enmarañado.
Estiro su mano con lentitud hacia la mesita de luz, esperando agarrar su tan preciada lámpara. A cambio, toco algo viscoso que le produjo un escalofrió por la espalda. Se fijo que era lo que había tocado, y soltó un "Ew" bajito.
Eran condones.
Paso su mano por la frazada, con una mueca de repugnancia.
Muy bien. Estoy en un lugar que no conozco, con un tipo que nunca vi en mi estúpida vida. Y por alguna razón tiene una caja llena de condones en la mesa de luz.
...
Oh dios mio. ¿Me emborrache tanto que termine con un extraño? OMFG.
El tipo comenzó a moverse, en un acto de pánico. Maia se deslizo fuera de la cama, cayendo de culo contra el suelo. El chico ni se inmuto. Se deslizo por el suelo, encontrando restos de ropa y otras cosas de aspecto dudoso. Se levanto despacio y abrió la puerta de la habitación. Era un departamento. Empezó a revisar las cosas, buscando datos interesantes. Hasta que encontró una cartera femenina, imagino que seria suya.
Y se sorprendió con lo que vio dentro. Allí, estaba su DNI. Pero con su apellido cambiado.
¡¿Maia Abernathy?!
Su mente se nublo, y cayo de cara contra el suelo. Inconsciente.
Cuando despierte, voy a tener una linda nariz hinchada...
.
.
Escuchó varias voces a su alrededor. Su nariz dolía, y recordó el fuerte golpe que se dio.
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De la realidad al libro.
HumorMaia se encontraba en el colegio, charlando amistosamente con sus amigas. Entre todas ellas, había una que leía. Era lectora, y para ella no había nada mas apasionante que leer un libro. A Maia le parecía bien, cada uno tiene algo que ama. Así como...