Capítulo 16

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Cuando me ames a mí. El amor será el antídoto del amor. Y él será el puente a cualquier abismo. Tal vez duela, pero tendrá  sentido...

Hacía mucho tiempo que no hacía el amor, repitió Robert en su mente abriendo sus ojos, sólo para darse cuenta de que estaba solo en el sofá. ¿Se había dormido? ¿A dónde se había ido Alice? Estaba enloqueciendo, y ya había llegado a su límite porque, como era de esperarse por sus ya terribles experiencias, Alice no le correspondía. De por sí estar enamorado ya era bastante malo; si, además, no era correspondido, era grave.

Se sentó frente a su ventana mirando el cielo que aún no había empezado a aclararse lleno de una extraña energía. Se había enamorado, y no sabía si podría conseguir que ella sintiera lo mismo. Antes no lo consiguió ni con las más hermosas frases, flores, regalos. Antes no pudo mover e inclinar el corazón de una mujer a su favor, pero todas ellas fueron mujeres mal elegidas, malas, como las había llamado Alice. Tal vez él no era el tipo de hombre que a Alice le gustaba; podía ser que ella prefiriera otro de temperamento más llevadero, menos complicado, con un pasado menos horrible, y, sobre todo, que tuviera a las mujeres en general en mejor estima. Tal vez, tal como decía Terry, ella también quería casarse, una casa bonita, hijos; una vida normal, algo que él no le había propuesto en ningún momento. Si se examinaba a sí mismo, si era sincero, brutalmente sincero consigo mismo, él no cumplía los requisitos de alguien como ella. Pero la quería, la quería, la quería. Le hacía falta, le dolía no tener la libertad para llamarla y simplemente preguntarle cómo estaba, cómo había dormido, qué pensaba, etc. Se puso en pie de nuevo y caminó hacia la cocina. Tendría que conquistarla, pero de verdad. Tendría que ser para ella todo lo que ella era para él. No podía dejarla ir, su ausencia y su indiferencia eran dolorosas. Y, mientras, podía hacer algo para aplacar al lado desconfiado de su corazón. Lamentablemente, si bien sus sentimientos se gobernaban solos y tomaban decisiones por sí mismos, su cabeza le decía que lo que seguía era tomar medidas. Pero esta vez sería cuidadoso, esta vez, no se precipitaría como un toro sobre la capa roja, sabiendo que tras ella había una lanza que lo esperaba para empalarlo y matarlo.
Se sobó el pecho como si fuese allí donde recibiera dicha lanza, sospechando que no soportaría una vez más este daño.

Cuando llegó a la oficina, notó que ella se estaba comportando como si nada.

Alice lo saludó con profesionalismo, no hubo una mirada detrás de la mirada, ni una sonrisa más que la profesional.

Le leyó sus reuniones del día, confirmó su vuelo y el de Terry para el miércoles a primera hora. Le llevó documentos y cartas que debía leer y firmar.

Todo tan normal y él muriéndose por ella, mirándola fijamente a ver si dejaba caer una sonrisa, una mirada para él como hombre, no sólo como jefe.

Se había puesto una camisa formal, se había recogido el cabello, a la hora del almuerzo tendría una cita con el sastre de Terry, y ella ni siquiera lo miraba.
— ¿Amaneciste bien? —le preguntó en voz baja, y Alice se detuvo en sus movimientos sin mirarlo, luego hizo una mueca y contestó:
—Perfectamente.
— ¿Emma y Ethel estaban bien?
—Por supuesto.
—Como te fuiste con tanta prisa.
—No es así.
—Alice...
—Sólo dormí tres horas —dijo ella mirándolo muy seria—, estoy en pie gracias a tres tazas de café. Agradecería su colaboración—. Él dejó salir una risa no muy divertida. Quería reclamarle su comportamiento, quería hacer la típica pregunta: ¿Por qué eres así? Pero no, no caería tan bajo. Se recostó en su sillón y luego de pasarse ambas manos con fuerza por el rostro, se estiró un poco, como un gato, y tomó los documentos que ella le pasaba.

—Estaré sólo tres días fuera —dijo, adoptando de nuevo un tono neutral, distante—. Pero estaré disponible en el teléfono. Ante cualquier eventualidad, podrás comunicarte conmigo.
—De acuerdo.
—Tendré que dejar en tus manos las llaves de mi apartamento —le dijo, y eso la dejó un poco confundida—. Alguien necesitará entrar, y requiero que estés allí para recibirlo, vigilar un poco mientras hace lo que tiene que hacer, y luego podrás volver a tus labores.

CORAZÓN con etiqueta 🖤🔖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora