Capítulo 24

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Es evidente que sol yo estoy llorando. Las cosas perdidas que hubo entre los dos. Y a pesar de la sueños tan rotos, tan vanos. Tú avanzaste en la vida, yo perdí el corazón...

Aidan Swafford estaba ebrio, tan ebrio como un hombre podía estar. No veía ya, no escuchaba, ni siquiera podía bajarse de la butaca donde estaba. Y así llevaba semanas, y semanas. ¿Pero qué podía hacer un hombre que lo había perdido todo? Ahora sí, ahora sí, Aidan Swafford estaba solo. Ahora sí. Si acaso Robert y Terry se llegaban a enterar de que por su culpa habían perdido a sus padres, que por su culpa habían tenido que pasar por tantas miserias, que por él habían perdido su familia, su hogar, su felicidad... lo odiarían tanto, tanto...

Lo odiarían como él se estaba odiando, y si de algo estaba absolutamente seguro en esta vida, era que no soportaría la mirada de desprecio de esos dos.

Sólo imaginarlo le carcomía el alma.

Ellos eran sus hermanos, su familia. Lo más cercano que jamás había tenido. Se había hecho cantante por ellos, había saltado a la fama para ser encontrado.

Casi desde que llegó a la casa de los Swafford, había tenido ese propósito.

Desde que se quedó a solas con Jasmine luego de que lo llevaran a ese lugar, comprendió que no podía quedarse aquí, e intentó escapar una y otra vez, siempre con malos resultados, hasta que le pusieron un vigilante que lo seguía hasta el baño y ya no pudo volver a intentarlo. Y luego la vida dentro de la mansión era sofocante, horrible, humillante.

Aidan había tenido que aprender las mañas de los ricos y nobles para sobrevivir, chantajear para permanecer a salvo, extorsionar para librarse de ser extorsionado.

Había conocido facetas de sí mismo que no había imaginado, lo habían llevado a la orilla, al extremo... y ahora se estaba enterando de que, desde siempre, su existencia estuvo marcada. Él era un Swafford, uno de verdad.

Ser cantante fue la única manera que encontró para escapar.

Desde siempre, la música le había apasionado, así que tomó clases de piano y guitarra. Pidió un profesor de solfeo, y como no le negaban nada que tuviera que ver con aprovechamiento del tiempo libre, se lo dieron.

Así mejoró sus técnicas de canto y empezó a grabar demos y a enviarlos a casas disqueras. Ya había encontrado la manera de obligar a Gerard a dejarlo ir de la casa a pesar de ser un menor de edad, pero debía ser inteligente e ir más allá; de nada le valía estar fuera, si además iba a estar sin dinero ni a dónde ir, pues eso no ayudaría en nada a su propósito de encontrar a sus hermanos.

Si iba a volar cual ave, debía tener una estrategia armada, un camino trazado. Todo para ser encontrado por Terry y Robert, si ellos aún querían encontrarlo. Cuando lo llamaron la primera vez, y le dijeron que haría parte de una banda que estaban organizando,

Aidan comprendió que sólo sería cuestión de tiempo. No sabía si Terry y Robert lo estaban buscando, o si ya se habían olvidado de él, pero él tenía que hacer el intento.

El primer concierto en Chicago lo puso tan nervioso, que fue repetidas veces al baño, vomitó antes de salir a la escena, y tuvieron que darle un tranquilizante, un tranquilizante que apenas si le hizo efecto. Miraba y miraba entre el público buscando ver las caras familiares de sus hermanos, pero no los encontraba, y habría sido una proeza de ser así, pero él no dejaba de angustiarse. Para la ocasión, había dado acceso a su camerino a todos los asistentes vip, y entre ellos, vio al hombre alto, barbado y melenudo que se parecía extremadamente a Robert... y la figura de Terry fue inconfundible. Su alma se quebró en ese mismo instante, y prácticamente corrió a ellos para abrazarlos.

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