Tu voz consigue agitar las aguas de mi alma. Remover las rocas en que se basaba mi temo. Dentro había frío, dentro había dolor. Y con tu luz mi corazón volvió a la calma...
--Dónde estaba este papel? —preguntó Aidan.
—En la casa.
— ¿En qué lugar específicamente?
—Eso habría que preguntárselo a Alice, fue ella quien lo encontró—. En el momento, salió Candy de la habitación, y cuando vio que Robert la miraba interrogante, contestó.—Está agotadísima, se le cerraban los ojitos.
—Hagamos esto mañana —sugirió Robert poniéndose en pie—. Ya es muy tarde y... también necesito dormir.
— ¡Oh!
—sonrió Terry con picardía—. Por favor, no me hagas venir a tumbarte la puerta mañana.
Calla.
—Si la vas a tumbar —sonrió Aidan, pero miraba a Robert —, recuerda que Emma está en la otra habitación.
A callar los dos. Me duele hasta el último hueso, no podría ni levantar una mano para tumbar nada.
—Sí, sí, sí —rio Terry, y se levantó de su asiento y se acercó a su hermano, dándole un abrazo con palmadas en la espalda que hizo que arrugara su cara de dolor—. Estoy feliz de que estés a salvo.
—Me libré de esos matones, pero tú me vas a matar con tus abrazos.
—Es la fuerza de mi amor por ti—. Aidan se echó a reír, y también abrazó a su hermano mayor.
—Gracias.
Por qué.
—No sé. Por todo, creo.
—Esta mañana me querías matar, y me dijiste cosas feas.
Pero te las merecías, y te hicieron reflexionar.
—Santo Aidan —se rio Terry, y, tomando la mano de su mujer, salió al fin de la suite de su hermano. Aidan también se despidió y salió.
Al estar solo, Robert se encaminó a la habitación, donde encontró a Alice dormida, acostada de medio lado y con la luz encendida. Sonrió acercándose, pero lo que había dicho antes era verdad. No podía casi ni tenerse en pie. Habían sido demasiadas emociones por el día de hoy, y el de mañana le deparaba muchas otras cosas. Ya tendría tiempo de ponerse al día
Alice despertó poco a poco, y abrió sus ojos dándose cuenta de que se había quedado dormida más tiempo de lo que había pretendido. Su idea anoche había sido cerrar un momento los ojos y luego salir a hablar con los tres hermanos GrandChester, pero todo el cansancio acumulado le había jugado una mala pasada.
Se movió lentamente esperando encontrar a Robert a su lado, pero no fue así. Estaba sola en la cama. Se sentó de golpe y miró en derredor.
¿Qué había pasado? Él no estaba aquí, y no había señales de que hubiese estado. ¿Dónde había dormido entonces? Él necesitaba más que ella dormir cómodamente, una cama amplia donde sus adoloridos músculos se relajaran.
Salió de la habitación y lo encontró dormido en el sofá de la sala.
Se cubría con una gruesa colcha y apoyaba su cabeza en una de las almohadas que seguramente había traído de la cama, pero no la había compartido con ella.
Tragó saliva cerrando sobre su pecho la bata con la que había dormido y miró a Robert en silencio por varios segundos; la noche no había sido suficiente para borrar los golpes de su rostro y cuerpo.
Todavía sentía algo dolerle dentro cuando lo recordaba recibir un golpe tras otro; él había salvado su vida exponiendo la suya. Se inclinó a él y besó suavemente su barba, y sin hacer ruido caminó a la pequeña habitación de Emma. Ella seguía dormida, así que la dejó tranquila y volvió a la cama.
ESTÁS LEYENDO
CORAZÓN con etiqueta 🖤🔖
FanfictionAutora Virginia Camacho «Saga Príncipes» «Candy Candy animé»