Hubo un tiempo, antes de que los planetas o las estrellas existieran, donde en el universo no había nada. Solo una negrura infinita y homogénea carente de brillo, carente de tiempo o de vida.
Pero esa negrura no se mantuvo como negrura por el resto de su existencia. Por accidente, de esa negrura nacieron cinco constelaciones: el fuego de Sagitario, Leo y Aries, el aire de Libra y el agua de Piscis. Ellas jugaron con el polvo que conformaba sus cuerpos y que viajaba por el infinito universo para crear planetas, crear estrellas. Hasta que se cansaron de estar solas y crearon cuatro constelaciones más, las que más tarde serían nombradas como Escorpio, Cáncer, Virgo y Acuario, quienes a su vez crearon a Géminis, Tauro y Capricornio, además de más planetas y más estrellas.
Eran las doce regentes del universo, y cuando terminaron de conformar el universo, las doce se instalaron cada una en un astro distinto del sistema solar, para observar y vigilar la vida que empezaba a forjarse en la Tierra.
Todo parecía ordenado, perfecto. Al menos, lo ordenado que podía ser un espacio que se expandía y expandía sin control, posiblemente hasta desintegrarse. El universo era algo enorme, pero era frágil.
Todo era perfecto, hasta que dejó de serlo.
Un día, una decimotercera constelación apareció. Y, con ella, fragmentos de estrellas empezaron a precipitarse sobre la tierra. Estrellas que no eran solo estrellas, que contenían sueños humanos condensados, deseos por cumplir que las doce constelaciones se habían dedicado a incubar en cada una de las distintas constelaciones. Once sueños por cada una de las doce constelaciones. Ciento treinta y dos sueños que cayeron al planeta azul.
Fueron fragmentos de estrellas alguna vez, ahora se camuflan sin esfuerzo entre los humanos, mientras buscan sin saberlo una forma de volver al cielo del que cayeron.
Los hijos de las constelaciones no son solo Sueños, son mucho más. Sueños que viven como humanos, Sueños que tienen sueños, Sueños que aman y ríen y lloran. Sueños que, a veces, siquiera saben que alguna vez fueron sueños.
Chang Kyun cerró el libro, y después suspiró. Era un ejemplar antiguo, del tamaño suficiente como para que cupiera en un bolsillo. Lo tenía desde que tenía memoria, un recuerdo de una vida donde no huía de nada, donde tenía un hogar, la seguridad de estar a salvo. Se trataba de una compilación de leyendas sobre el universo y el culto a las constelaciones y a la Madre Naturaleza. Siquiera sabía quién lo había escrito, si había sido alguien como ellos, si había sido algún humano, si lo habría escrito, incluso, alguna de esas constelaciones. Siquiera sabía cuánto de verdad y cuánto de leyenda había en él. Y cuanto más lo leía, más confuso estaba.
Siempre había querido saber la verdad. Conocer su origen, entender las motivaciones de quienes les perseguían y qué era lo que sabían de ellos y por qué lo sabían. La existencia de Hyung Won era una pieza con la que nunca había contado. Un misterio más en un mar de incógnitas que con suerte sabía descifrar a medias.
Llevaba todo el día queriendo estar solo, pero cuando escuchó el sonido de alguien subiendo las escaleras del altillo, se dio cuenta que sus planes no iban a cumplirse. Llevaba escondido allí un buen rato, esperando que nadie reparara en su presencia.
Durante el día, cuando quería estar solo, solía meterse allí. Esa cabaña era diminuta, era difícil esconderse en un lugar así. En las zonas comunes, apenas había espacio para una mesa baja rodeada de cojines que servían de asiento y una cocina diminuta donde apenas había un microondas, unos fuegos y un fregadero. El resto de la cabaña lo conformaban una habitación muy pequeña donde había apenas una cama y poco más, y un baño todavía más pequeño. Encima de la habitación y el baño, estaba el altillo en el que Chang Kyun estaba, donde se rozaba el techo solo de estar de rodillas, el que se había dividido en dos para ser dos habitaciones más, con un colchón a ras de suelo en cada una y poco más.
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Cosmic Dust » Hyunghyuk. MONSTA X
FantasyDurante las noches más oscuras, Hyung Won se enamoró de un chico que dejaba motas con destellos a su paso. Un chico que era Luz, que le cogió de las manos y le descubrió que existían personas en el mundo que poseían habilidades sobrenaturales que, h...