Roxanne

Verdades que duelen: Parte II

7: Verdades que duelen: Parte II

-Cuando tu madre tenía dieciséis años llegó un joven de su edad al pueblo y se instaló en la casa de sus tíos, una pareja con dos hijos muy amigos nuestros, eran como de la familia. Tu madre se empezó a llevarse cada vez mejor con ellos, sobre todo con el recién llegado. Al cabo de poco tiempo empezaron a salir, se pasaban el día juntos, tu madre estaba perdidamente enamorada de él. Estaban tan conectados que parecía que si a uno de ellos le atravesaba una bala el otro sangraba. En esa época  tu madre estaba aprendiendo a controlar su poder y atravesaba una etapa difícil porque estaban teniendo lugar muchas muertes sospechosas por una parte del país y creíamos que era un maldito o alguno de sus descendientes. No dimos encontrado al causante de las muertes hasta que empezó a matar muy cerca de Concord. Una noche con ayuda de dos brujas, la madre de Claire y  Eliza, su mejor amiga,  siguió el rastro de un grupo de vampiros y los acorraló en una parte del bosque. El clan de los vampiros era muy poderoso, todos eran descendientes directos de Arik, el maldito. La situación las superaba y se puso peor cuando aparecieron los jefes del clan, aún más poderosos. Tu madre entró en estado de shock cuando vio aparecer a nuestros amigos junto a sus dos hijos y el chico al que quería. Eliza los empezó a atacar pero tu madre la paró ya que no quería hacer daño a la gente que había sido como de su familia e hizo un trato con ellos para que se fueran del pueblo y no volvieran a matar, a cambio les perdonaría la vida. Ellos aceptaron, pero el resto de su clan no estaba conforme con la decisión y empezaron una nueva lucha. Cuando los vampiros empezaron a perder, los jefes tomaron cartas en el asunto ya que no podían dejar que su clan muriera y empezaron a defenderse, les dijeron a sus hijos y a su sobrino que huyeran y se fueran del pueblo,  ya que sabían que era muy difícil acabar con una guardiana. Ellos no les hicieron caso y comenzaron a ayudarlos. Tu madre usó todo su poder para proteger a las hechiceras y empezó a agotarse, en un momento de debilidad el jefe se abalanzó sobre ella pero su sobrino apartó a tu madre de su alcance dejando indefensa a Eliza y haciendo que su tío fuera hacia ella y la matase. En ese momento de confusión la madre de Claire mató a los jefes y a todo su clan. Brenda dejó que los hijos y el sobrino de la pareja se fueran a cambio de no seguir matando, ya que les debía la vida. Después de la pelea tu madre sufrió una profunda depresión por que se culpaba de la muerte de Eliza y por el engaño de la persona a la que quería. A causa de esta depresión Brenda perdió durante años sus poderes ya que estaba muy débil, dejándola totalmente desprotegida. Así que decidió irse a otro lugar y empezar de nuevo, al cabo de unos años sus poderes volvieron pero ella tenía una vida en España y decidió quedarse allí. Nos visitó regularmente durante mucho tiempo hasta que hace unos años ellos volvieron, intentamos que abandonaran el pueblo pero en el trato que habían hecho con tu madre no impedía que volvieran a Concord. 

-¿Quiénes son ellos?- pregunté temiendo la respuesta.

-Alec Owen fue el primer amor de tu madre y el culpable de todos sus problemas. Bruce y Gemma eran los hijos de Beth y Peter Owen, nuestros amigos y los jefes del clan- respondió Claire.

-Todo es tan surrealista…- dije en un susurro.- ¿Alec estaba realmente enamorado de mi madre?

-Sí. Al principio su familia se acercó a nosotros por propia conveniencia pero después surgió el cariño, entre ellos el amor. Él la estuvo buscando durante mucho tiempo pero no la encontró, Brenda sabía como borrar su rastro- rió amargamente.

-Supongo que se imaginaba yo era ella, solo fue una ilusión para él- no estaba enfadada, solo sorprendida.- Solo ha sido una mala experiencia, no lo conozco desde hace tanto para que me pueda doler.

Tenía una sensación extraña, quizás yo en su lugar hubiera hecho lo mismo. Él había querido a mi madre y también la echada de menos, yo daría lo que fuera por volver a verla y sentir uno de sus abrazos. No lo culpaba, al contrario, lo entendía.