VI. Un matrimonio feliz

459 57 12
                                    

¡Hola! Aquí traigo un capítulo más, espero que les guste esta racha de amor entre nuestro matrimonio después de tanta tragedia en la primera parte. ¡Gracias por seguir la historia y comentarla!

DISFRUTEN SU LECTURA...


*Mañana siguiente*

Victoria fue la primera en despertar. Contempló a Dionisio a su lado por un momento y sonrió. Su corazón se llenaba de calidez al verlo así, junto a ella. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de su celular.

–¿Bueno?

–Hola, querida, ¿cómo amaneciste? –Se escuchó preguntar a Paula–, ¿ya mejor?

–Sí... ya estoy mejor –sonriendo mientras observaba a Dionisio dormir–, ¿tú cómo estás?

–Bien, honestamente mis clientes quedaron fascinados con tu colección –halagándola– y aceptaron con toda alegría esperar un poco más por las otras dos que faltan.

–¡Me da mucho gusto eso! –Alegrándose sinceramente por ambas.

–Precisamente por eso te llamo... ellos quedaron conformes y yo también así que deseamos seguir haciendo negocios contigo, ¿sería posible?

–Sí, claro –aceptando feliz– por mí encantada de la vida.

–Entonces, te propongo que el día que me entregues la última colección volvamos a hablar de negocios, ¿qué dices?

–Es un hecho –contenta–, ahí nos veremos.

–Hasta entonces –colgó.

Victoria dejó el teléfono en el buró y se giró a contemplar a Dionisio. Se veía profundamente dormido y tranquilo. Se giró para levantarse a la ducha cuando una voz la interrumpió.

–¿Tan temprano y me abandonas?

Se giró con una enorme sonrisa. –Mi amor... buenos días.

–Buenos días, mi vida, –la besó–. ¿A dónde ibas?

–A darme una ducha mientras tú seguías durmiendo.

–No... quédate un rato más aquí en las sábanas conmigo –halándola hacia él por la cintura.

–¡Vamos! No seas flojo, levántate –le dio un beso– hay que salir juntos –sonriendo.

–¿Salir?, ¿otra vez?

–¿No quieres salir conmigo? –Desconcertada.

–No se trata de eso amor, ¡claro que quiero salir contigo! Sólo que tengo flojera de levantarme tan temprano.

–¿Temprano? –Riendo–, Dionisio son las doce del día, ya no se considera temprano.

Él no pudo evitar reír. –Está bien, nos bañamos y salimos a donde tú quieras.

Ella lo abrazó espontáneamente y lo besó. Dionisio correspondió con pasión mientras dejaba vagar sus manos por las curvas femeninas. Continuó con su labor con caricias experimentadas y audaces que recorrieron la delicada piel femenina en un desenfrenado deseo por poseerla.

Lentamente la fue recostando en la cama, Dionisio comenzó a deslizar la bata que la cubría. La miró por unos minutos a los ojos, en un intento de hacerle leer su sentir sin la necesidad de usar las palabras. Poco a poco la ropa dejó de estorbarles, ambos estaban disfrutando el momento.

Así se dedicaron a llenarse de dulces caricias tatuando el amor que se profesaban. Antes de fusionarse como una sola alma y un solo cuerpo, existieron palabras de amor puro y sincero.

El Diamante Negro || El Sabor del Pecado IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora