XII. Viaje inesperado

261 34 8
                                    

*¡Hola! He vuelto y para no dejarles sin historia por tanto tiempo. Tengo vacaciones indefinidas por el momento y me ocuparé de las dos historias. Espero que no abandonen el barco y que la sigan disfrutando*

DISFRUTEN SU LECTURA...

Los muchachos se miraron asustados y sin saber qué contestarle. Victoria se dio cuenta que algo estaba pasando y no supo por qué pero sintió que la sangre volvía a hervirle.

–¿No me escucharon? Les pregunté ¿por qué debo creer en Dionisio? –Alzando un poco la voz.

–Tranquila, Victoria –le pidió Leonela–, lo mejor es que te sientes porque estoy convencida que te vas a molestar demasiado.

–No me voy a calmar –su tono se iba elevando–, ¿ves Antonieta? –Girando a mirarla–, ¿te das cuenta que no estoy loca?

–Mamá... las cosas tienen una explicación, Dionisio no está pero no debe tardar.

–¿A dónde está? –Sentía un ardor subiendo por todo su cuerpo.

Iván suspiró prediciendo la reacción de su madre. –Textualmente, mi papá nos dijo que te comunicáramos que quedó de verse con una amiga a la que quiere mucho y que conoce de muchos años.

Victoria supo de inmediato que hablaba de la misma mujer de la llamada y su rostro no pudo ocultar el coraje que sintió.

–¡Así que se fue con su "amiguita"! –Furiosa–. Está bien –irónica–, ¿a qué hora regresa su padre?

–No nos dijo... sólo especificó que llegaría entrada la noche.

–Muy bien, no se preocupen –intentó quedarse calma pero por dentro sentía la sangre hervir por cada vena de su cuerpo–. Iré a mi habitación a cambiarme y esperar a que llegue. Si quieren cenar o salir a algún lado sólo me avisan.

Dio media vuelta y se desapareció por el pasillo. Todos se quedaron callados por un instante. Victoria estaba más que furiosa.

–¿Se dieron cuenta que nos corrió? –Cuestionó María con asombro.

–Bueno... pues si en algo apreciamos nuestra existencia, creo que lo adecuado es desaparecernos esta noche y llegar entrado el medio día porque la discusión se va a poner fuerte –sugirió Iván.

–Pueden quedarse con nosotros –indicaron Antonieta y Óscar–, creo que es prudente dejar que arreglen su problema.

–El asunto es que Sofía no va a cooperar y seguro se queda –intervino Max.

–Por mí no se preocupen, no me iré con ustedes pero me desaparezco hasta mañana a medio día –apareciendo por el pasillo–, aunque por mí... que se separen.

–¡Ay, cómo eres estúpida! –Le reclamó Fer–, pero no vamos a pelear contigo, con tal de que te vayas no te vamos a decir nada, ¡sólo que debes regresar para medio día, Sofía!

–Sí, sí –caminando de regreso a su cuarto por algo de ropa para irse por esa noche.

–¿A dónde se irá esa niña? –Preguntó Antonieta preocupada.

–Seguramente con una amiga... no nos preocupemos por eso, Anto, lo relevante aquí es ayudar a mi mamá y a Dionisio. Vámonos y le mandamos un mensaje a Ferrer en el camino –indicó María.

*Salónica, Grecia*

*Bodega a las afueras de la ciudad*

–Haz lo que quieras, sé perfectamente que no vas a encontrar lo que buscas y yo moriré en paz por eso –retándola.

El Diamante Negro || El Sabor del Pecado IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora