VIII. Negocios y más negocios

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*Hola, perdonen la tardanza pero he tenido muy mala suerte. Parece que he estado salada últimamente pero aquí les traigo otro capítulo, espero les agrade y déjenme saber qué opinan.*

DISFRUTEN SU LECTURA...

Victoria colgó el teléfono y se quedó pensativa por unos segundos. ¿Por qué no podía llevar a Dionisio? Ella entendía cuáles eran las reglas en un negocio y sabía bien que no siempre podía estar otra persona pero la actitud de la nueva socia le pareció un tanto extraña considerando que la última vez se vieron con más personas y en un lugar público.

–¡Victoria! –Sacándola de sus pensamientos.

–¿Qué pasa? –Reaccionando.

–¿Está todo bien, mi amor? –Desconcertado por su reacción.

–Sí... está todo bien, mi vida.

–¿Quién llamó?

–La nueva socia con la que estoy haciendo negocios –sonriendo un tanto forzada–, me dijo que ya está enterada de que va a recibir la otra parte de la colección entre hoy y mañana por la mañana así que quiere celebrar.

–¿Entonces mañana vamos a celebrar ese buen cierre de negocio? –Acariciando su mejilla.

–Eh... –incómoda– perdóname, mi amor, pero la socia quiere que nos veamos sólo ella y yo. Tú sabes cómo son los negocios y este en particular lo quiere mantener en confidencialidad.

Dionisio la miró extrañado. –¿Solas?, ¿estás segura, Victoria?, ¿no será que no quieres que vaya contigo porque va a estar el idiota del otro día? –Celoso.

Ella se molestó. –¡No puedo creer que a pesar de todo lo que ha pasado, tú pienses en esas estupideces! Me voy a ver con ella a solas y no pienso aceptarte estas actitudes así que o confías en mí o vamos a tener serios problemas –sentenció furiosa.

Él la miró sorprendido. –Victoria...

–¡No! No quiero ningún pretexto estúpido. Me queda claro que a pesar de todo lo que hago y digo tú siempre vas a desconfiar del amor que te tengo.

–Te juro que no es eso pero no puedo evitarlo –suspiró–. Eres una mujer sumamente hermosa, los años no pasan por ti y me molesta como no tienes una idea darme cuenta que los hombres te desean.

Negó con la cabeza y tomó sus manos entre las de ella. –Eso no es cierto pero si lo fuera, debes entender que sólo eres tú el hombre que amo y con el que deseo estar toda mi vida.

–Tienes razón, perdóname –suspiró–, no era mi intención desconfiar de ti. Te amo, te amo demasiado, mi amor –besándola.

–Yo también, Dionisio, y espero que confíes ciegamente en mí como yo lo hago en ti –acariciándolo.

El mesero llegó en ese momento con su orden y por algunos instantes se hizo un silencio sepulcral.

–Amor... ¿has hablado con Sofía? –Le preguntó Dionisio.

–No... hablé con Leonela y ella me dijo que todo estaba bien pero realmente no estoy muy tranquila con ese tema –suspiró–, además, hay algo que no te había dicho y espero que lo tomes bien.

–¿Qué cosa? –Nervioso.

–Sofía tiene novio.

–¡QUÉ!

–Cálmate, ¿quieres?, no es algo del otro mundo y nuestra hija tiene edad para eso. No puede vivir en una burbuja de cristal nada más porque el papá la cree su niña chiquita –seria.

El Diamante Negro || El Sabor del Pecado IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora