Springfield Massachusetts, 12:40 pm.
Ya debería haberse olvidado de aquella llamada sin embargo de vez en cuando entraba en pánico solo de recordarlo. Por suerte el hecho jamás volvió a repetirse, nunca volvieron a llamarla.
Cosa que agradeció profundamente.
Habían pasado cinco meses desde entonces, ya no debería preocuparse por eso.
En cuanto a su vida las cosas marchaban bien, no había sido fácil pero con mucho esfuerzo había logrado adaptarse a su nueva y atareada vida como madre soltera.
En los últimos meses había tenido alrededor de diez empleos distintos pero por una u otra cosa terminaba siendo despedida por no lograr cumplir los horarios establecidos. Muchas veces llegaba tarde ya que debía dormir a los niños antes de irse y hacerlo era una tarea difícil que exclusivamente ella podía hacer.
Su mayor problema era que aunque terminara su trabajo antes de la hora de salida no le era permitido marcharse, así que ocasionalmente se marchaba a escondidas. Hacía eso cuando los mellizos estaban enfermos o le surgía alguna otra emergencia relacionado con ellos.
Hace apenas dos meses había conseguido empleo en una cafetería no muy lejos de casa y trabajaba medio tiempo mientras Meredith la apoyaba cuidando a los mellizos por las tardes.
La paga era mínima y las propinas eran una ayuda extra. Tate estaba muy agradecida con su jefa, ya que todos los días la dejaba irse a casa media hora antes de terminar su turno pues comprendía su situación.
Con el paso del tiempo Liam y Madison lograban parecerse cada día más a Stiles, no solo físicamente sino ambos también habían heredado la hiperactividad de su padre.
Ya lo había confirmado.
Eran unos bebés llenos de vida y energía. Le daban las fuerzas necesarias para no darse por vencida, aunque algunas veces estuviera al borde de meter la cabeza en el excusado.
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Los imprevistos del amor® | Cancelada.
RomanceY... aunque Tate no lo quiera, siempre llevará el recuero de Stiles dentro de su corazón.