Capítulo 2.

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Springfield, Massachusetts 2:01 pm.

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Un gran tazón lleno de palomitas de maíz reposaba sobre el vientre de Tate, su atención estaba directamente sobre el televisor mirando un documental sobre pingüinos

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Un gran tazón lleno de palomitas de maíz reposaba sobre el vientre de Tate, su atención estaba directamente sobre el televisor mirando un documental sobre pingüinos.

Meredith estaba apunto de irse al trabajo, no estaba tan lejos la jardinería donde laboraba pero sus nervios estaban a flor de piel solo de imaginarse que a su testaruda amiga se le fuera adelantar el parto y ella no pudiera estar ahí para ayudarla.

—¿No sientes nada?—insistió por quita vez acomodándose la falda del uniforme.—¿No tienes contracciones?

—No tengo contracciones.—negó mientras se reía de la preocupación innecesaria  de Meredith.—Lo único que siento es hambre, ya no te preocupes por mí. Estaré bien, vete tranquila al trabajo.—asintió con una suave sonrisa para intentar que se relajara.

—No te muevas mucho, ¿de acuerdo?

—Me pasaré las últimas 6 horas mirando el televisor, si así estás tranquila.—suspiró llevándose un par de palomitas a la boca.

—Regreso más tarde, estaré aquí a las ocho en punto. Si tienes una mínima molestia, el teléfono está cerca de ti y además tienes tu celular. No dudes en llamarme.

—Entiendo.—sonrió como despedida antes de ver a su amiga salir del departamento.

Pasaron pocas horas desde que Meredith se fue y Tate seguía en ese mismo sitio, sintiendo los movimientos constantes de los bebés.

Especialmente del niño.

Había apagado el televisor hace un momento para poder estar en silencio y así poder hablarle a los pequeños.

—Eres muy hiperactivo, mi amor.—rio colocando unas de sus manos sobre su estómago para proporcionarle caricias a su dulce niño.—¿Te gusta mucho jugar?

Los imprevistos del amor® | Cancelada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora