Cuando lo había conocido no le tomé la importancia que debí, y no es solo eso, sino que también hice caso omiso de las alertas que se estaban presentando.
Las siguientes veces que lo vi trataba de no buscarlo, aunque realmente quería hablarle y conocerle.
Y hoy, a pesar de que no tuve las agallas para hablarle me hizo feliz el solo admirarlo de lejos, además de haber recordado la forma en la que me miró justo cuando nos conocimos.
Justo ahora es que me doy cuenta, que cuando lo conocí sus ojos me enamoraron y hasta ahora están haciendo efecto; solo quisiera verle más seguido.
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Diario de Irina Monroy (segunda parte)
Short Story¿Qué puede pasar en la vida de una chica en 365 días?