Unos ojos que enamorarían a cualquiera, que con solo mirarlos te pierdes en el espacio; una voz tan linda que ella se vuelve tu música favorita; unos labios que sin siquiera tocarte te enamoran; unos brazos que con solo abrazarte te sientes protegida; unas manos que encajan perfectamente con las tuyas; unos labios que al besarte por primera vez se vuelven tu droga; unas orejas perfectas para susurrarle miles de secretos; un cuello en le cual dejarle pequeños besos y también abrazarlo; unos labios que morder en medio de un beso; un pecho donde esconderse cuando hay gente al rededor... y sus labios, ¡maldita sea!, juro que sus labios alteraron todos mis demonios.
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Diario de Irina Monroy (segunda parte)
Conto¿Qué puede pasar en la vida de una chica en 365 días?