| × • ♥️ • × |
Las invitaciones habían llegado, Sarah a pesar de no querer ilusionarse, lo estaba.
Su madre llegaría la siguiente semana y también esto la hacía muy feliz, ambas iban a poder estar juntas después de meses, tal vez no era la forma en la que ella hubiera querido verla, pero ya que todo estaba sucediendo tan rápido debía hacerla participe de esta situación.
Aunque había algo que la tenía inquieta, ¿Y si su madre la descubría? Ella era la única persona en el planeta que la conocía de pies a cabeza y temía ser descubierta.
¿Qué pensaría su madre de ella? ¿Estaría muy decepcionada?
Suspiró mientras estaba en la oficina.
-No me extrañes tanto- Julián entró justo en ese momento -ya estoy aquí- dijo bromista.
-¿Soy tan obvia?- preguntó con sarcasmo y luego comenzó a reír.
-Eres tan mala- dijo con falsa tristeza.
-Lo sé, lo se, pero dime ¿Qué te trae por aquí?
-Fernando viene en camino, tenemos que hablar contigo, tenemos buenas noticias- dijo con su sonrisa perfecta.
-Vaya, eso me anima, ¿Podremos festejar?
-Todavía no, pero pronto, ahora dime ¿Qué te preocupa?- ella lo miró y no podía creer que Julián ahora también pudiera leer su rostro.
-Temo que mi madre nos descubra.
-¿Por qué lo dices?
-¡Ella es tan intuitiva! Sabe todo cuando algo no está bien.
-Pero nosotros estamos bien- sonrió sin preocupación.
-Sabes a lo qué me refiero- lo miró un poco frustrada.
-Entonces, ¿Debo comenzar a enamorarte de verdad, para que no nos descubra?- ella lo miró ahora con molestia, no podía creer que se tomara las cosas tan a la ligera.
-Deja de ser infantil- justo en ese momento entró Fernando.
-Mi pareja favorita no debe pelear- dijo con una sonrisa- Hola a los dos.
-Hola, Fer- saludó Sarah.
-Dile a ella que es la intensa- Julián sonrió.
-¿En serio es así de infantil siempre?- Sarah ignoró el comentario de Julián y se dirigió a Fernando.
-Siempre, yo que tú comenzaba a pensar seriamente en dejarlo plantado en el altar- ambos comenzaron a reír.
-Aun sigo aquí- dijo ahora ofendido.
-Bien, ¿Qué es lo que iban a decir?- ambos se miraron.
-Vamos a abrir otra sucursal- dijo Julián.
-¡Oh! ¿De verdad? ¡Qué emoción!- dijo feliz y los tres sonrieron.
-Necesitamos de tu ayuda, ahora queremos la opinión de una mujer para la decoración del lugar- dijo Fernando.
-Cuenten con ello- dijo entusiasmada.
Después de eso hablaron de más detalles del proyecto, trabajaron toda la tarde y quedaron de festejar el fin de semana en casa de Fernando.
-¿Qué quieren cenar?- preguntó Julián.
-Hermano, gracias por la invitación, pero tengo una cita, lo siento comeremos en otra ocasión- Fernando se disculpó.
ESTÁS LEYENDO
El Trato
Romance-¿Por qué yo?- él la contempló. -No puedo decirlo por ahora, sólo sabrás que aquí estarás bien, no estás aquí como una rehén, sino como una invitada. ¿Una invitada? ¿A qué loco se le ocurría secuestrar a alguien y llamarla una invitada?