Diecinueve

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El viaje había sido planeado para dos semanas, faltaba sólo dos días para que volvieran al rancho, Sarah lo extrañaba horrores y a su familia por supuesto.

-Mi madre está quedándose en el rancho de mi padre- le avisó a Julián.

-¿Por tu padre?- ella asintió.

-Creo que al final siempre lo amó- dijo analizando -y yo lo sabía por eso lo detestaba- se sinceró.

-Al final las cosas están como deben- dijo él, pero para ella no era fácil aceptarlo y no porque no quisiera que su madre fuera feliz sino porque después de todo quién había sufrido aún más era su esposo, él siempre había anhelado que su familia estuviera unida y aunque decía odiar a su madre fallecida él la quería.

Se acercó para abrazarlo por detrás.

-Perdóname- dijo ella.

A veces lo decía y él siempre preguntaba por qué lo decía y ella sólo contestaba porque sí.

En ese momento él entendió porque su Sarah siempre que podía lo decía.

-Por Dios mi amor- dijo girando para verla a los ojos, la rodeó con sus brazos -no eres culpable de nada, ella cavó su propia tumba.

-Es porque no te detuve, debí hacerlo- él negó.

-No te hubiera hecho caso, aunque- pensó por un momento -lo intentaste, no una sino dos veces- ella lo miró extrañada.

-¿A qué te refieres?

-En el viaje, tú quisiste terminar conmigo- ella sonrió al recordar eso.

-Eso fue porque...- él la interrumpió con un beso.

-Lo sé, porque fui un gran idiota- dijo continuando con los besos.

-¿Y la otra?- él se detuvo.

Sarah buscó la mirada de su esposo y vio el dolor en ella, supo a lo que se refería.

-No quiero perderte- Sarah se sintió conmovida, saber que su esposo le era devoto era lo más preciado que podía tener en su vida y en las próximas si reencarnaba.

-Yo tampoco mi lindo y sexy esposo- lo besó y lo atrajo hacia ella para prolongar el beso.

-Te amo mi Sarah.

-Te amo mi Julián.

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Su abuela había avisado a Sarah que Felipe iba a esperarla en el parque cerca de su casa, ella era la intermediaria, Julián iba a esperar en el automóvil de sus abuelos cerca del lugar de encuentro.

-¿Estás bien?- preguntó Julián antes de que Sarah bajara del auto.

-Sí amor, no te preocupes- lo besó y luego bajó del auto.

Caminó decidida hacía el centro del parque, Felipe ya esperaba.

Sarah pensó en las innumerables veces que había imaginado ese momento antes cuando amaba a Felipe y en lo feliz que hubiera sido si alguna vez hubiera sucedido, pero el destino era incierto y ahora estaba felizmente casada con el amor de su vida.

-¿Os he dicho que sois aún más hermosa en persona?- dijo Felipe cuando ella pudo escucharlo, ella seguramente sintió nostalgia y no porque anhelara que volviera pasado, sino porque realmente creía que iban a poder vencer todos los obstáculos.

-Gracias- dijo ella seria, pero amable.

-¿Queréis ir a otro sitio?- ella negó, en realidad no iba a hablar demasiado con él.

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